Reproductor de música

lunes, 28 de diciembre de 2015

Dos mil quince, ni más, ni menos

Hoy os traigo una entrada que posiblemente sea la última de este año. Llevo algunos días queriendo escribirla y hoy, hoy ha querido ser el día idóneo para esto. No porque sea el día del inocente y me esté quedando con vosotros, simplemente hoy tenía ganas de escribir y eso hago. 

Este año, si lo hacemos a grosso modo, no ha sido un buen año. Comencé con la ilusión que se empieza un nuevo año con algunas copas de más, y algún que otro revolcón. Muchas expectativas del corazón, pocos hechos, pocas declaraciones, muchos daños y todo lo que eso conlleva. Lo llevé bien, lo prometo, el primer mes lo llevé bien, pero llegó febrero y una noche llegué a mi tope, alcancé todo lo que quise, todo lo que deseé escribiendo y dejé de hacerlo, deje de escribir. Me costó trabajo hablar de aquel momento: Viapol en todo su esplendor, brillaba con la misma fuerza que tú me sujetabas por la espalda. Y la misma persona que me dio inspiración una y otra vez para escribir, en un solo instante me la robó. Silencio. Dolía. Me senté día tras día para dedicarle tiempo a algo que me encantaba. Y yo cada vez más vacía y la papelera cada vez más llena de descartes...

Cerré puertas, y al hacerlo me dañé a mi misma, digamos que sacrifiqué algo a lo que siempre estaba aferrada, pero el dolor de esas puertas era mayor estando abiertas, que entornadas, o cerradas, como ahora. Y quizás me equivocara, eso no lo sabré. Luché por muchas cosas, ayudé en todo lo que pude, lloré, casi me quedo sin nuevas oportunidades para alcanzar mis sueños, pensé en cerrar el blog; y sin embargo, me levanté una y otra vez. 

Me hubiese gustado no tener esos 5 meses vacíos en el blog, haber seguido el ritmo que llevaba al inicio, superarme de nuevo y traer cosas que valiesen la pena. Llegar más a quien me lee y mejorar, porque llevo muchos esfuerzos en estos casi 3 años que llevo escribiendo aquí. No pudo ser, y no haré promesas que no pueda cumplir para 2016.

Gracias a los que siguen leyéndome, a los nuevos lectores, los que se quedaron en el camino. Gracias a quien me apoya, me detesta, me quiere o me odia. Sin ninguno, no sería quien soy. 

Y por supuesto, no todo ha sido malo, he conocido a gente increíble, he vivido momentos irrepetibles, he descubierto a gente de mi clase maravillosa, he aprendido y sobre todo he amado. He sido feliz, y me quedo con eso. 


¿Qué le pido a este 2016? Que este 2015, ni más, ni menos, no haya sido en balde. 


Os deseo lo mejor, Felices Fiestas y dejaros llevar por la magia y la ilusión de la Navidad. 
Un saludo, 
Laura.


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La canción del año:




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