Reproductor de música

martes, 31 de diciembre de 2013





Piérdete en mi mirada, 
y al unísono de las olas del mar, 
danza tú entre los pequeños girasoles 
que se pueden vislumbrar en mi iris.

Después vuelve a perderte. 
Aflora por mi lagrimar. 
Desciende por mi mejilla,
y acaba durmiendo en la cuna
que crean mis labios.

Así, a la mañana siguiente,
 podré despertarte de un beso, 
como solías hacer tú..



...cada mañana...


Última entrada del 2013,  en ella adjunto una de las fotos de este año que mejores críticas ha tenido, junto a un texto al que llamo poema sin métrica y rima, y junto a la siguiente canción que ya la he puesto por aquí, pero que sin duda ha sido para mi, el gran descubrimiento musical del año.




Muchísimas gracias por este año, a todas las personas, y a todos los lectores, y nada más, nos vemos en 2014.

Disfrutad de la familia, de la noche, y  besos y abrazos! ¡Felices Fiestas queridos!

Atentamente Laura, Lala.


lunes, 30 de diciembre de 2013

Aprender

¿Qué os voy a contar ya que no sepáis? Se acaba del 2013, y aunque jamás quiero utilizar esto como un sitio donde despojar toda la porquería que hay a mi alrededor, si es cierto que a veces es necesario, y hoy lo es.
No se si será la última de este año. Hoy me dirijo a ustedes sin tapujos, fuera las formalidades, los tecnicismos. 

Sucede que a veces, las personas nos bloqueamos. Tenemos miles de sentimientos en un segundo que pasan relampagueando por nuestra cabeza; y eso nos colapsa. Con suerte, unos salen de ese estado mental en el que hay más bloques que en un jueguico de Lego, y otros no. Y eso me ha pasado a mi, las circunstancias, los cambios y el año, la época, el frío, y todo en general me han atrapado, pero no quería acabar el año sin dedicaros no una, si no muchas palabras.

A medida que vamos creciendo, vamos aprendiendo millones de cosas, cada día, cada paso que damos es algo que aprendemos, y hay que estar muy agradecidos de que el destino, o Dios, o en lo que vosotros creáis o no creáis, nos de esa oportunidad. Y os preguntaréis a esta altura de la película qué es lo que vosotros habéis aprendido en un año, y no está mal hacerse esa pregunta, porque siempre os vais a sorprender, para bien o para mal, pero os sorprenderéis. Y es que queridos míos, un año es mucho tiempo, pero a la vez es una mota de polvo en la Tierra si lo comparamos con la prehistoria, por ejemplo. 
La balanza del 2013 pesa más en el lado negativo, pero siempre nos tenemos que quedar con lo bueno, y una vez aprendido de lo malo, echarlo fuera, porque hay que avanzar, y si el ancla está echada, jamás llegaremos a buen puerto, o jamás naufragaremos. 

¿Qué es lo que yo he aprendido?

Veréis, he aprendido que hay personas más fugaces que la sonrisa de un niño, el cual un día es un bebé y al otro día es un hombre (y si no, preguntadle a vuestras madres). En un año, en un segundo, en un instante puedes aprender que el amor si existe, que no es un invento del gobierno, ni algo relacionado con el marketing emocional, ni son los padres. Amor, no son mariposas en el estómago. Amor no es ir de cama en cama intentando buscar la esencia que alguien dejó en la tuya. Tampoco lo es, lo material. ¿Qué es el amor? He aprendido que amor, es echar de menos algo o a alguien tanto, por él cual, la cual o los cuales, darías todo lo que tienes en ese momento para verlos durante un instante. 
Con el tiempo aprendes a disfrutar de todo, sin dar nada. (Cada uno que le de la connotación que quiera a esta frase porque tiene cientas).
Te das cuenta que las personas malas, si que existen, y te irás encontrando jefes finales por doquier, porque si tú estás en lo alto y muchos se alegran de corazón, de verte ahí arriba, para el doble de personas, el verte caer será una satisfacción. Por eso, se aprende a ser fuerte, y a aferrarse a sus ideales, a ser abierto y aceptar otros pensamientos, pero  uno con el tiempo, amuebla su cabeza, y no hay que dejar que nadie meta un mueble de IKEA, y sustituya los que tú tenías de otra tienda. Con esto me refiero a que no hay que dejarse influenciar, en resumen, uno aprende a ser Objetivo. 
Y cada día, uno va aprendiendo, y aprendiendo, y se para a descansar, a mirar el camino, y se da cuenta de que sí que está solo, por muchos amigos, por mucha familia, uno está solo. Y tiene que aprender a se independiente, a vestirse solo, a comer solo; y es en este mismo momento en el que uno interioriza, y se da cuenta de cómo y de con qué se ha enriquecido, y en ese mismo momento querido, eres libre de regocijarte, si es que has hecho algo bien. 
¿Sabéis que se aprende también? Que la edad es algo que no importa. La edad no la marca el carnet de identidad, o la fecha de nacimiento; la marcamos nosotros mismos, todos nuestros actos, nuestras experiencias, nuestras amistades. Sí es posible tener 40 años con 20, como es posible tener 20 con 40 años. Y si os enamoráis de alguien, que esto no sea algo que impida la relación, porque nadie elige la persona, ni la edad, ni el lugar, ni el momento. (Pedro Prado)
Durante un año se aprenden cientos de cosas: conoces a gente maravillosa, a verdaderos amigos por todo el país, y te das cuenta que la distancia nunca será un problema si las cosas se hacen con cariño, con amor y de corazón; pero los medios, el dinero, siempre lo serán. Y te das cuenta, que esa amistad que tienes lejos, en X lugar, será mucho más sincera, que cualquiera de la que tengas a mano. También aprendes, que los besos hay que disfrutarlos, que el sexo también, que hay que vivir el momento, y no arrepentirse de lo hecho. 


Y uno aprende... a VIVIR, LUCHAR, GOZAR, AMAR... pero sobre todo, aprende...

A SER. Ser uno mismo, ser mejor persona, ser un buen amigo, ser un buen amante, una buen hijo, ser todo lo que queramos ser, porque si no lo somos, la vida no tiene sentido. 





Un saludo, Laura. 

Espero de todo corazón, que seáis felices. 

Feliz Navidad, Feliz Fin 2013. 


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Tango.

Sentada en la misma silla de siempre, observo el habitáculo. Las luces rojas de neón le dan personalidad al antro. En la barra un par de hombres beben whisky y hablan de sus amantes. El camarero limpia una copa y me mira. Mis labios de carmín se mueven lentamente y le llaman. Con prisa se acerca a mi. Lleva una camisa celeste a juego de sus ojos. En el lado derecho del cuello de la misma, una mancha de carmín, de otros labios que no son los míos... Le indico que llene el vaso de nuevo. Cruzo las piernas y la carrera que tengo en las medias se pierde por debajo del vestido de terciopelo negro que llevo puesto. Mi mirada se vuelve a posar en él, que ahora llena el vaso, y me observa de reojo. Se va, y lo espío, me se cada uno de sus pasos, cada uno de sus gestos.

La noche es larga, y pasa lentamente... el hielo de mi copa de whisky se ha derretido, algo parecido me ha pasado a mi. Mi mente se ha descompuesto, y rota me levanto después de varias horas observándole en la misma posición. Son las tres de la madrugada, y ahora los señores están bien acompañados por unas muchachas diez años menores que ellos. Siguen bebiendo, bailando y riendo. Me acerco a la barra, y dejo sobre ella un billete, lo equivalente a las copas tomadas. Él lo coge y su mirada se clava en mis ojos verdes, poso mi mano sobre la suya y son mis uñas rojas las que le acarician. Su vello se eriza. Me muerdo los labios, y me voy. El eco de mis zapatos de tacón rojos resuena por el lugar durante unos instantes de silencio entre canción y canción. No hay nada que hacer.

Paseo por las calles de la ciudad. Aturdida. Deshecha. El humo de mi cigarrillo se pierde, como yo lo hago entre pensamientos. Hace frío. Mis pasos me llevan a la puerta de su casa, y allí apoyada en la pared bañada por una luz naranja, producida por la farola, espero. Pero nadie llega. ¿Por qué debería venir?

Una vez más se demuestra que soy nada. Una vez más vuelvo a casa. Allí me repito que todo está bien, pero nada lo está. Me desvisto y mi cuerpo desnudo se pierde en las tinieblas de la habitación. Las sábanas de franela son las que acarician mi piel a falta de sus manos. Las lágrimas afloran. El frío me calienta. La tristeza me arropa...y mis pestañas se cierran por el peso del cansancio, y del rímel que ya casi se ha corrido.


Una vez más bailo tangos con la soledad.







Un saludo, Laura. Espero que una vez más, os guste.

domingo, 20 de octubre de 2013

Quédate o vete

Siento como el viento agita cada mechón de mi melena pelirroja. Cada soplido crea una danza en la que los rayos más avispados del sol se hacen reflejar. Amanece. Y tú aun sigues revoloteando entre mis sábanas.
Quédate, no te muevas. Deja que disfrute unos segundos más de tu olor... Quédate o vete, pero hazlo ya, aunque te diga todo lo contrario. Temerosa te miro desde el marco de la ventana, el simple hecho de verte me hiere, pero me gusta saber que has sido mío.
La fría brisa matutina me corta el aliento, y son tus manos las que aparecen entre tinieblas para salvarme un día más. Me arrastras a tu cuerpo, me haces necesitarte.
El humo de mi té asciende, como lo haces tú cada noche desde lo hondo de mi cama buscando mis besos.
Quédate...
O vete...
O quédate...
Vete si quieres, las puertas están abiertas. Si tan solo estás de paso, vete, y no vuelvas; pero llévate de recuerdo el amargo sabor de mis labios. Mis gemidos ahogados. Mis lágrimas esporádicas. Mi risa contagiosa...
Quédate...
Quédate...
Quédate, si es para siempre no, porque es demasiado largo, pero quédate un momento, y mírame... busca en el fondo de estos tristes ojos verdes el por qué has de hacer eso. No te encadenes, porque las cadenas hieren, pero quédate. Disfruta. Déjame hacer que descubras mil y un lugares desconocidos. Déjame que te dedique mis textos. Déjame escuchar música selecta contigo... Quédate, y mírame pasado un tiempo, y pregúntate el por qué de aquella elección, y quiéreme. Descúbrete a ti mismo queriéndome sin querer queriendo. Observarme desde mi cama, ve como sorbo el té cada mañana, y observarte a ti embobado de ver mi silueta desnuda perdida en el horizonte de tu alma. Y vuelve a preguntarte el por qué me elegiste a mi, y vuelve a sorprenderte al darte cuenta de que no hay ninguna respuesta...Levántate y dirígete a mi, cántame, bésame, y quédate. Quédate recorriendo cada curva de mi cuerpo, mordiéndome las nalgas, besándome el alma. Quédate entre mis piernas, o al lado...
Vete...
O quédate...
Pero si haces esto último, no tengas miedo, que si alguno de los dos tiene que volar, volará. Quédate pero sin la garantía de un final feliz, de un para siempre, de besos dulces a cada momento, de noches de placer sin límites.

Quédate conmigo, o sin mi... pero aun no te levantes de la cama y deja que disfrute un poco más de tu olor, de tu compañía, que sé que si cruzas la puerta no volverás y se que si vuelves será al tiempo, y esta melena roja que ahora mismo se agita entre la fresca brisa no estará.

Si te vas, que sea por ti y si te quedas también...

Vete, o quédate, y si te quedas, no me ames, pero sí quiéreme.





Buenas noches, atentamente Lala.



jueves, 12 de septiembre de 2013

Nadie

Grito pero nadie me escucha, mis palabras son mudas.
Grito para mi misma, sin hablar, sin alzar la voz.
Grito sin fuerzas
aunque siento que
las fuertes voces, desgarran mi garganta.
Grito y no vislumbro miradas...
me ahogo...¿nadie me ve?
Gritos, y más gritos de auxilio...
¿Nadie me socorre?

Grito, grito, grito, 
y en esta fría habitación,

sigo sin ser nadie.


Cada mañana al llegar a casa se quitaba las botas de cuero, y las dejaba allí, en la entrada, manchadas de barro. Una vez dentro del hogar, adoraba ver como sus calcetines se perdían entre la mullida moqueta de color ocre. Longitudinales y frías paredes blancas, eran los muros que formaban el corredor, cuyo final desembocaba en un pequeño salón. 
De casi forma automática, ella, dejó caer el bolso sobre el sofá. Y como por arte de magia un papelito salió volando, danzando en el aire, para luego planear trazando figuras geométricas, círculos y demás; y caer debajo del sofá. Al parecer hoy la rutina había sido modificada por un insignificante papel. Tras varios minutos de intentos imposibles, consiguió recuperarlo. Era una fotografía que seguramente llevaba años en ese bolso, al observarla, unas pequeñas lágrimas afloraron de sus ojos y descendieron acariciando suavemente sus mejillas. Algunas se perdieron en los carnosos labios de carmín, y otras cayeron silenciosas al abismo para luego chocarse contra el suelo. Sus fuerzan flaqueaban, sus rodillas desistieron por culpa del peso acrecentado que había producido el hecho de observar la imagen, y cayó de rodillas hincándose en la moqueta.
Su mirada se perdía en el infinito, su respiración se aceleraba conforme más la miraba, y su corazón se iba a salir del pecho.
Después de la calma, siempre llega la tormenta; y después del silencio incómodo, llegó el llanto insaciable. No sabría decir cuanto tiempo sus gritos y sus sollozos, retumbaron entre las blancas y frías paredes del piso. Se levantó aturdida, y se dirigió al cuarto de baño. Allí entre zócalos de colores, su cuerpo en blanco y negro, era iluminado por una tenue luz que se introducía en el habitáculo por una claraboya. Tras lavarse la cara y alzar la cabeza, se observo en el espejo. Ellos nunca mienten, y muestran que hay en cada rincón de nuestro ser. Y quizás lo que ella vio, fue sufrimiento, y dolor, con vetas de alegrías y momentos de amor y felicidad. Perpleja miraba, y miraba, buscando quizás a la fue, o a la que iba a ser, y solo encontró a una mujer que iba de cama en cama, de revolcón en revolcón, buscando la felicidad. En ese mismo momento, volvió a lavarse la cara, y volvió al salón. Se encendió un pitillo. El humo ascendía a contraluz. Y ya calmada, con la cara llena aun de restos de rímel, comprendió que era la felicidad la tenía que encontrarla a ella, que llorar no servía de mucho, y que el tiempo no cura nada solo te hace entender que las cosas, por suerte o por desgracia, no van a volver a ser como antes.








Un saludo, Lala, espero que disfrutéis leyendo, tanto como yo escribo todo esto.
Tanto el poema como el minirelato están escritos por mi.

Besos, y espero que os guste.

domingo, 1 de septiembre de 2013

El vuelo del Ave.

Salimos a la calle. Era una mañana invernal, y los cálidos rayos del alba despuntaban a lo lejos. Íbamos agarrados de la mano, riéndonos, y chanceando sobre toda la vida. El frío cortaba nuestros labios. El frío cortó nuestra alma.

Juntos paseando entre callejuelas, nos dimos cuenta de como había pasado el tiempo. De que el mismo aspecto juvenil que hacía años teníamos, había dejado de existir. Unos pómulos más marcados en mi. Quizás ya se comenzaban a deslumbrar las primeras arrugas. Y en él, en él las primeras canas, y la nuez tan marcada que podría ser una plataforma donde realizar un ballet al ritmo de Chopin. Pero las risas y la picardía seguían intactas. Dicen que la sonrisa y los ojos es lo único que no envejece, y sus ojos marrones seguían tan preciosos como la última vez que los vi. Quizás a trasluz y mirando muy al fondo, podías ver los destellos de tristeza de toda la vida pasada, aun así su mirada limpia y clara se clavaba en ti ofreciéndote un baño de alegría inmenso.

Las calles y los pies, nos llevaron a un parque donde el suelo eran hojas secas que el viento traía consigo de un lado a otro. A lo lejos un pequeño estanque seco. Él tiró de mi brazo y me llevo hasta el filo.

-¿Qué ves?- me preguntó.
-¿Cómo que qué veo?
-Sí, ¿qué ves en el estanque?
-Nada, solo tierra...-respondí pensativa, y curiosa de mi le pregunté que qué veía él.

Comenzó a llover.

-¿Que qué veo yo? Veo un ave pequeña en el nido. Su madre la alimenta, sale de casa para buscar comida que llevarle, y a la noche vuelve con insectos y se los da a su polluelo. Así pasan los días, hasta que un día el pollo cae del nido, y la madre ya no puede hacer nada por él.
Mientras cae, bate sus alas, y antes de que el acantilado termine y él se sumerja en la profundidad del mar, consigue comenzar el vuelo, su madre expectante se alegra. Y la relación de madre e hijo termina ahí para ellos.
Meses más tardes el pequeño pájaro, ya no será tan pequeño, y las plumas despelucadas que antes tenía, ahora serán dignas de contemplación, serán pura belleza que acariciar.
Y ya será hora de marchar del acantilado, emigrar hacia otros lugares, cruzar el gran mar. Y lo hará solo, luchará contra tormentas, pasará hambre, pero al final vislumbrará la costa y todo irá a mejor.
Y un año más tarde cuando vuelva al acantilado, y lo observe, se alegrará de aquella mañana de invierno en la que se cayó del nido...
- Entiendo...
-Las experiencias vividas te hacen ser como eres, hacen que crezcas. Quizás pesen más que las que quedan por venir, pero seguramente las que quedan por venir sean mucho mejores, o peores, y es esa incertidumbre la que nos hace volver a emigrar de nuevo. Emigrar... no tiene porque ser de casa, o de tu país, puede ser de una relación, amistad, o de ti mismo...Emigrar, escapar, evadirse, a veces esa es la solución a todos nuestros problemas, pero hay que recordad, que cuando volvamos seguirán ahí...





Unas caóticas líneas.
Por Lala.



martes, 27 de agosto de 2013

La partitura de tu vida.

Amanece, que no es poco, y la casa se tiñe de un color naranja. Las luces del alba se impregnan en cada rincón. De lejos, el dulce sonido de un "llamador de ángel" resuena entre muros de hormigón.
Las sábanas blancas huelen a ti, a la noche anterior; huelen a pasión y a deseo, pero eso ya pasó; yo envuelta en ellas, me levanto y me siento en el filo de la cama intentando hacer memoria de cada caricia y cada beso que me diste. El vello se me eriza. Una leve y fría brisa, recorre la habitación. Mis ojos verdes se clavan en la pared, y al verla allí colgada, tan brillante como siempre y tan perfecta, comprendo que nada había sucedido. Comprendo que otra vez el sueño me la había jugado, y siento de nuevo esa agridulce ausencia que dejaste.
Con pasos torpes y recogiéndome el pelo, me acerco a ella y la acaricio. Su madera está tibia y suave. Volvo a pasar mis dedos por sus cuerdas, escuchando el sonido que emiten...

Al principio sentí celos, celos de como la querías, como recorrías sus magníficas curvas, como la amabas con solo tocarla, y en cada escenario disfrutabas al mostrarla al público diciendo que era lo mejor que te había pasado. Sentí celos, hasta que un día comprendí que yo era el motivo por el que la admirabas, yo era tu musa, y ella tu instrumento. A ella le tocaste las cuerdas, pero a mi me tocaste el alma desde la primera vez que me cantaste...

Y ahora aquí sentada en esta silla frente al mar, ese que cada mañana veíamos los dos juntos, deseo ser tu guitarra. Que recorras mis piernas, que acaricies las cuerdas de mi corazón, y así si más preámbulos que explores sin freno cada curva de mi cuerpo, y sobretodo deseo ser esa partitura perdida que jamás tuviste.

Deseo que compongas de nuevo sobre mi espalda.





Saludos cordiales, Laura.




sábado, 29 de junio de 2013

Anya

Hoy os quiero contar la historia de Anya, por una cosa o por otra es el momento idóneo o no tan idóneo para sacar su historia.


Anya era una chica del sur, quizás del norte. Creo recordar que pertenecía a Europa, o... ¿era a África? No, esperad, era de Asia, o quizás de América. No lo recuerdo... El caso es que vivía en un pequeño pueblo a las afueras de una enorme ciudad (un tópico), el pueblo era de montaña, pero costero.

Durante su infancia ( un poco corta) le gustaba perderse entre los bosques de los alrededores, soñaba con ser un hada a veces, y otras veces con ser un arquero, pero lo que de verdad le gustaba era tumbarse en un claro que había cerca del arroyo, y observaba el cielo mientras que los rayos del sol se colaban entre hojas de álamos blancos. Sacaba un libro, y en ese mismo lugar leía, y leía y dejaba volar su imaginación... Otras veces, se iba a la playa y se sentaba en el muelle, contemplando la franja que limitaba el mar del cielo, soñaba con ser pirata, o marinera... Y así pasó sus primeros años...

Por unas cosas u otras, el destino le pasó una mala jugada o quizás buena; y con 10 años tuvo que comenzar a madurar. Cuidar de la casa, ayudar en todo lo necesario. Cuando debería haber estado jugando con muñecas, daba de comer a sus hermanos. Cuando debería haber estado retozando en la calle, Anya limpiaba. Así que desde pequeña no tuvo amigos, tan solo los libros, y las muñecas que abrazaba con fuerza por la noche. Y ella lo comprendía todo, sabía que tenía que ayudar, al fin y al cabo "era la mayor"-pensaba.

Llegaron los tiempos de adolescencia, y ella seguía ayudando, con unas amigas u otras salía de vez en cuando, pero no encajaba (y no es la típica escusa que ponen los adolescentes ahora: No encajo, soy diferente) ella no encajaba porque era esa pieza perdida de un puzzle guardado en el baúl más insignificante del desván, no encajaba porque jamás había tenido que hacerlo.

Anya seguía igual, sin quejarse porque lo comprendía, sus hermanos eran pequeños y necesitaban más atenciones, y jamás alzó la voz para decir: "A ellos sí, a mi no..."; porque entendía, y maduraba con el paso de los segundos...

Pasaron las horas, los días, las semanas, y los años... y esa pieza olvidada quizás encontró su lugar. Se enamoró.

Soñadora, a más no poder, creyó en la eternidad de los besos, de las caricias, de las sábanas revueltas. Creyó porque lo necesitaba, y soñaba con el "para siempre" que sueñan todas las personas enamoradas... Y se refugiaba entre los brazos de su amor, él jamás le pidió nada a cambio. Y ella como llevaba tanto tiempo llorando en su habitación sola, se acostumbró a hacerlo en la cama de él.
Cada día que pasaba era una sonrisa, un beso, una palabra, que guardaba en la caja de los recuerdos, y así poco a poco, fue construyendo un castillo.

Quizás era joven para enamorarse, para darlo todo... pero lo dio, lo dio todo a cambio de nada, porque ella solo pedía y quería llorar entre sus brazos, quizás que alguien la entendiera. Y eso consiguió, por fin, se sentía bien.
Los años, la experiencia, los viajes, y su forma de ser, le llevaron a conocer a grandes personas, que también la arroparon; pero discreta como ella sola, no quería importunar a nadie con sus cuitas, e iba guardando, y guardando en el saco de la desolación, de la desesperación y de la tristeza.

Un tiempo más tarde la realidad le pilló de espaldas. Se tiró una eternidad pensando que el amor era eterno; y se dio cuenta de que si lo usas demasiado se gasta. Volvió a la soledad de su habitáculo, a las noches en vela. El castillo que construyó fue de arena, y el viento se lo llevó. Y no lo comprendía, se había tirado una vida dedicada a los demás, comprendiéndolo y ahora no entendía la razón de por qué esa soledad asfixiante...
Y pasaban las horas y el consuelo de aquellos brazos que un día la sujetaron, los encontró de nuevo en los libros, en la lectura.
Y poco a poco, sin dejar de sonreír, sin dejar de mostrar el verde más intenso de sus ojos, fueron sanando las heridas.
Pero tuvo bajones, y aunque tener bajones es de humanos, sus llantos no lo eran.
Porque quizás todo el amor que tenía ahora guardado en su corazón, a parte de a sus seres queridos y amigos, no tenía a quien dárselo... por mucho consuelo que te den unos libros, la realidad le había enseñado que como el calor de unos abrazos que te quieren y te aferran fuerte impidiendo que la caída sea desde demasiada altura, no había nada. Y aunque no le echara de menos, si que echaba de menos Amar... y ser Amada.





El amor queramos o no, da mucho sentido a la vida. Y el Amar, nos hace más felices aunque eso a la larga quizás nos lleve al sufrimiento. Pero si hay algo que he aprendido ya con los años es que, hay que disfrutar el presente, porque el camino del futuro es demasiado incierto y tiende a caerse.


Un beso, con mucho cariño, Laura.

miércoles, 26 de junio de 2013

Mask.

Vivimos en un continuo baile de máscaras, al que llamamos sociedad. Nunca sabemos qué es lo que se esconde tras cada una de ellas.
Nos encontramos máscaras exóticas, otras tantas más pomposas, otras tan simples que podrían ser sospechosas; pero jamás sabremos que se esconde tras ellas.

Seguramente bailarás con cientos de personas cargadas de atuendos, trajes voluminosos repletos de pequeñas lentejuelas, que brillarán al son de la bola de disco colgada del techo; y te enamorarás al bailar, porque será el contacto inicial con esas personas. Y mientras giras en un salón, del brazo de muchos y muchas, buscarás la diferencia del resto y te darás cuenta que todos son iguales.

Cansado de buscar elegirás a la primera persona que se cruce en la trayectoria de tu mirada, e iréis a algún motel a las afueras de la ciudad. Exploraréis vuestros cuerpos, y mientras pasa el tiempo tendrás dudas de qué se esconde tras esa careta con plumas alrededor. Y las preguntas, los momentos, las circunstancias, los besos, las peleas, los gritos y las palabras, serán el disolvente que eliminen dicha careta. Una vez la desnudez se pose ante ti sabrás qué es lo correcto, porque solo tendrás dos opciones, salir corriendo de aquella sucia habitación porque no te ha gustado lo visto, o quizás te gusté y decidas continuar hasta que logres traducir cada poro de tu persona amada.

Pero independientemente de tu elección, a todo el mundo le sucede ese momento crucial en su vida en el que una persona aparece y todo cambia. Y estarás en la puerta de tu habitación recordando aquel baile en el que alguien te miró buscando lo que tu buscabas, y quizás te arrepientas de no haber salido por la puerta con ella. Pero no hay tiempo para lamentaciones porque igual que esas persona apareció y te cambió, lo harán muchas otras...


Y ahora que estoy en este baile de personas carroñeras con máscaras superficiales, girando en torno a mi, te digo que mi falda jamás fue perfecta ni lo será; que mi máscara jamás tapará mi cara por completo ni la tapó; y que jamás encontrarás en este baile unos ojos tan sinceros y profundos de manera directa, como los míos, pero que con palabras y con tu propia sinceridad, llegarás quizás a encontrar esos ojos en la trayectoria de tu mirada.



Un saludo, Laura.

lunes, 24 de junio de 2013

La Magia.

Anoche mientras disfrutaba de la compañía de muchos conocidos y unos pocos amigos, a la orilla del mar reflexioné sobre la Magia perdida de San Juan, y escribí algo a la luz de un mechero (en casos de duda extrema)

Hacía tiempo que no se sentaba frente al mar en una noche abierta como esta. El ocaso ponía punto final al día de abrasador sol, dejando tras de sí una franja anaranjada que comenzaba a teñirse de añil por el oeste. Minutos más tarde, cayeron en oscuridad plena, tan solo les alumbraba el reflejo en el mar, de una gran luna que se alzaba sobre ellos, y de un faro que emitía una luz auto cada seis segundos, más o menos. 

Sus píes y sus pensamientos se mojaban con el oleaje. Alzó la vista y quedó abatida por lo que contempló. Sobre su cabeza una belleza indescriptible. El alejarse de las luces de la ciudad, de toda contaminación lumínica, les permitió ver esa preciosidad de mural celestial. Se tumbó sobre la fría y húmeda arena y se puso a observar todo el firmamento. Y pensó en todo lo que había sucedido, quizás se sintió feliz de forma egoísta por contemplar aquello ella sola, pero echó de menos alguien a su lado. Supuso que echar de menos es de humanos. Cerró los ojos y disfrutó del olor a sal. Quizás en ese momento fue el único en el que estuvo en paz consigo misma. A lo lejos las carcajadas de otras gentes le hicieron incorporarse. La verdadera magia de San Juan comenzaba.

Las hogueras comenzaron a arder, y  el cielo se iluminó por todas las chispas prendidas que el viento hacía revolotear. Era el momento de romper con todo lo anterior. 
>>Dicen que el amor se gasta de tanto usarlo, al igual que se consumiría la gran llama que acaba de comenzar en esa hoguera.<< pensó. Era la hora de echar arena en las ascuas que todavía quemaban. Y eso hizo. Se levantó y clavó su mirada en la hoguera. Y en sus ojos pudo observarse el odio acumulado, las tristezas, los pesares de tanto tiempo en forma de llamas. Cuando hubo acabado el espectáculo, se acercó a la orilla con una lámpara china, la dejó reposar algo, y en su interior metió una nota. Encendió la vela y la hizo volar. Mientras la vigiló hasta perderse entre estrellas y constelaciones,pensó:

>>Ahí va mi sueño... Dicen que San Juan es noche de hadas, de brujas y de dragones. Pero la magia no recae en lo anterior. La Magia de San Juan, recae en los sueños. Los sueños de miles de personas que cumplen con la tradición, el amor que nace por cada hoguera encendida, y el desamor que acaba con cada hoguera apagada. La Magia de San Juan, es la Magia de los soñadores...<<

Y cuando se perdió la lámpara, deseó su felicidad, y comenzar una nueva etapa. Y quizás encontrar un clavo...



De soñadores va la cosa, porque en la vida no tiene que faltar sueños, al fin y al cabo, soñar es lo que hace que la vida sea interesante. 

Para finalizar la entrada, felicitar a todos los que os llamáis Juan y que me leen, y a los que no también. 

Un beso, os quiere una soñadora más, Laura. 

viernes, 21 de junio de 2013

Aquel sitio.

Llevo unos días romanticona en demasía. Ser romántico no es malo, todo lo contrario, pero me noto a mi misma empalagosa, aunque sí es cierto, no lo he demostrado por ningún lado porque eso, se siente.

Ayer buscando en el baúl de los recuerdos uhhh! (tenía que ponerlo como en la canción), encontré una carpeta en la que guardo todo lo que escribo entre otras cosas, y vi miles de textos de amor sin acabar, cartas sin remitentes, entre otras cosas. Y me pregunté ¿Por qué no terminar esos folios con tan solo una frase? Y eso he hecho, he terminado uno que me ha parecido interesante. 



>> Otra vez aquel sitio. ¿Qué hacía allí de nuevo?

Me senté a su lado, y estuve un largo rato observándolo. Observando su tez morena; sus ojos azules cristalinos, su manos desgastadas por el tiempo... 
A medida que los minutos fluían, sus ojos se iban inundando. Casi no podía ver cuando el embalse de su alma comenzó a desbordarse en pequeñas y paulatinas lágrimas que se iban perdiendo en el barrizal que había a su alrededor. El cielo estaba teñido de gris, y pronto comenzó  a caer una fina y húmeda cortina sobre aquel cuerpo, y él pudo camuflar ese llanto incesable entre tanta agua colmada de tristezas y desgracias.

Me apené de verlo en aquella situación, intenté llorar, pero no podía. Me acerqué aun más pavorosa porque me descubriera, incluso llegué a contener el aliento y pensé "¡Qué tontería, nadie puede verme!"

Dejando atrás los miedos, rocé mi pequeña e inerte nariz por su cálida mejilla. Él tan solo agachó la cabeza, ni se inmutó. Lo intenté de nuevo. Esta vez me posé sobre su espalda como solía hacer; y para mi asombro, su vello se erizó. "Me siente..."- pensé. Él alzó la cabeza y miró al infinito, como miraban sus interminables ojos azules, buscando quizás una razón al por qué de la velocidad de su corazón. Minutos más tarde, apoyó la cabeza en la pared contigua y comenzó a musitar palabras por sus gruesos labios, pero fueron incomprensibles. 

En ese momento, en el que vi como se desquebrajaba su alma, todo su ser, sentí que me moría por dentro. Desee poder gritarle tantas cosas, pero ni él ni yo íbamos a ser escuchados.

Entonces cuando pensé que todo estaba perdido, vi como alzaba su mano a tientas entre la llovizna que caía. La rocé, y él la apartó. Me posé frente a frente, y lo miré. Pero él, al alzar la vista tan solo contempló un vacío; un vacío en el que estaba yo. Le besé la frente, y haciendo el mismo recorrido de siempre, le acarició el rostro y posé las yemas de mis dedos sobre su boca. Cerró los ojos y entre lágrimas, lamentos y hipos desgarradores, entendí: "...se que estás ahí..."

Con miedo y con el alma por los píes, salí huyendo de allí, quizás para no volver. >>


De este texto tan solo tenía la frase inicial. 

Adjunto una canción del gran Ludovico Einaudi, la cual he estado escuchando mientras escribía. 



Quizás no os guste, o quizás sí. Son unas simples palabras más que de amor, de desamor acompañadas de una melancólica melodía a piano.

Feliz día de la Música, aunque todos los días lo sean, por lo menos para mi.

Besos en el cuello, caricias en el corazón. Os quiere, Laura. 

lunes, 17 de junio de 2013

Arte II

A medida que se dirigía al hotel, las luces de Madrid se iban encendiendo. Era tan bella la ciudad. Nayra odiaba el ruido de los automóviles, pero adoraba las ciudades, su bullicio. A menudo fantaseaba desde un banco en cualquier calle de cualquier ciudad con la vida de cada persona que pasaba, y las asociaba con otras aunque pareciese algo estúpido, ilógico e imposible. Y de esta forma, alimentando su imaginación, pasaba las tardes en las que no hacer nada era la mejor opción, y la única.

Cuando introdujo la llave en la puerta 313 de la quinta planta, resopló, y no solo salió aire, si no todo tipo de sentimientos tristes acompañados de muecas de decepción. Se descalzó y por un momento, disfrutó con el contacto de sus pequeños pies con la suave y esponjosa moqueta que estaba por todo el habitáculo- Dejó las llaves de cualquier forma sobre la estantería del pequeño recibidor y se dirigió al cuarto de baño.  Abrió los grifos y entre ruidos y ruidos del agua corriendo por tuberías de cobre o plástico, qué sabía ella, lloró. Se lavó la cara y pudo observarse en el espejo que había justo a la altura de sus ojos; y quizás no le gustó lo que vio, pero pensó que aun era joven pese a las leves surcos que comenzaban a aflorar en los extremos de los ojos.  Contempló su larga melena negra, su pequeña nariz puntiaguda, y se detuvo en sus labios gruesos y carnosos.  Se volvió a mirar y por esta vez, solo vio sus enormes ojos azules que le recordaban al mar. Tenía una mirada de tristeza infinita pero al fondo podían verse los reflejos de una alegría juvenil que pese a los estragos de los años aun perduraba en ella; se veían los reflejos de una mujer entusiasta y extrovertida que ahora solo era eso, un alma en pena. Se quitó el pesado rímel de sus pestañas, y volvió a mirar, y para su asombro, sonrió, amargamente, pero lo hizo.

Una vez hubo salido del cuarto de baño se desplomó en la cama. Todo estaba en silencio, y por la ventana entraba pequeñas lucecitas de una ciudad que esperaba ansiosa al otro lado de ese cristal. La calma besaba la habitación. Apagó la luz y se colocó el móvil sobre el vientre y en voz alta rezó que le hablase, pero nada de eso sucedió.

 Mientras esperaba una respuesta un rayo de esperanza, contemplaba el techo, eso le calmaba y comenzó a recordar tiempos mejores en aquel hotel. No en esa habitación, pero sí en plantas más abajo. Se recordó a ella posada sobre el hombro de su amigo Julián, ambos perdiéndose por los túneles del metro de Madrid sin querer bajarse ninguno de los dos en alguna parada. Se recordó en el mismo banco en el que aquella mañana había estado sentada esperándolo. Aquel banco en el que se pasó largas jornadas sin hablar observándole. Le recordó a él, a su pequeño hombre de hojalata.

domingo, 16 de junio de 2013

Madurar.

Aunque estas palabras las publique ahora, están escritas de mucho antes. No pretendo, ni pretenderé hacer de este blog un diario personal ¿la razón? es muy sencillo, no voy a ir publicando por la red mi cuitas. Aunque si que es cierto que sucede a veces que tienes las ganas y la necesidad de escribir para que te lean aunque no te conozcan, o sí lo hagan.

Seguramente si estuviera dando una conferencia sin duda os diría cada cinco minutos: " Perdonad, tengo un nudo en la garganta que no me deja ni hablar" Pero en este caso donde tengo un nudo es entre mis dedos y el bolígrafo.

Lo he dicho muchas veces a lo largo de mis entradas y no va a ser menos esta, la vida es un devenir de personas, amistades, amores, sentimientos, lugares... pero también es un devenir de decepciones. Decepciones que a lo lardo de ella, nos van haciendo madurar y siempre hay que estar preparados para ellas porque en el momento menos pensado, en el momento de auge de felicidad, puede ser que te venga alguna, y te aseguro que la caída está asegurada.
Hay gente que madura a los treinta, gente que madura a los 12, a los 5 o incluso a los 60 años de edad, pero a costa de ¿qué? ¿qué es lo que damos a cambio de madurar? Quizás lo más importante que perdemos al realizar esta acción humana y frutal, es la ingenuidad infantil. Y durante esa pérdida, tenemos que estar preparados para noches de llanto, y noches de hacer "croquetas" en la cama...

Por una cosa o por otra, mis circunstancias me han llevado a madurar quizás demasiado pronto. Llevo desde los 8 años haciéndolo y no es plato de buen gusto a veces, porque te pierdes muchas cosas. Y te cansas, te cansas de madurar.

¿Y todo esto por qué? Pues no lo se la verdad, anoche escribí 20 folios de palabras sin sentido y al final he sacado una sola conclusión, que no tiene que ver superficialmente con la madurez pero que te hace madurar. Mi conclusión es múltiple pero ligada: Las despedidas duelen, las mentiras duelen, todo duele, si te pinchas con una aguja al coser duele, MADURAR duele, en fin estoy de un pesimismo irreparable, pero el tiempo y mis propias aventuras lo sanarán, porque todo se puede arreglar menos la muerte.

Supongo que el problema es mucho mayor, llevo viviendo en una decepción constante y quiero salir, pero me es imposible, quizás el miedo a lo desconocido me impida ver más allá de lo que veo. Pero son etapas de la vida, que tienes que acabar superando; y que con el tiempo darás las gracias de haberlo hecho. Y cada golpe en el camino de cada etapa te hará madurar, porque así es la vida qué se yo, solo os escribo por despecho a lo que siento en mi corazón.

Madurar es una acción irreversible en ti, no puedes evitarlo, al igual que no puedes evitar la maduración de un tomate. Una vez maduro, está listo para su recolecta, y si no se recoge a tiempo se cae al suelo y se pudre...
Y yo no se si estoy lista, o si estoy en el suelo, o pudriéndome, o aun en el árbol. No lo se porque tengo la sensación de caer, la sensación del golpe de la caída, tengo el alma podrida, y me siento aun atada por algo mayor...





En fin, no he dejado nada claro porque nada está claro en mi. Buenos días a todos y gracias por leer los berenjenales de una servidora.

Saludos desde Almería, Laura.

lunes, 10 de junio de 2013

Time (Arte)

El encapuchado recorre la ciudad desolada. Cada paso es un crujido de hojas secas que el otoño ha marchitado con su llegada. Tras sí solo deja el sonido de verjas medio abiertas que se mueven por la fuerza del viento, tras sí solo deja el sonido maquiavélico de unos golpes de metal contra metal, y de fondo para neutralizar la armonía de unos “llamadores de ángeles” que silban cuando el viento se cuela por los finos tubos.

No podríamos considerar a eso ciudad, estaba devastado. De fondo a lo lejos, un rótulo rojo parpadea, algunas luces de neón iluminaban la pared como ilumina una cerilla la estancia vacía y oscura de un hogar. Nuestro personaje se paró en seco, quizás pensó que aquello era terrible, o quizás le gustó; lo que sí está claro es que derramo una lágrima insonora e invisible para todos, menos para los que estaban presente.

Aparentemente el lugar era un desierto de edificios, aparentemente no había nadie, pero él sabía que sí. Todo eran sombras. Todo era miedo personificado.
Siguió continuando, salteando las grietas abismales que había en la carretera, los cuerpos sin vida que apestaban a desolación, a muerte en vida, a soledad, y a todo lo que pudiera ser considerado un sentimiento fugaz semejante al arrepentimiento, a la maldad, ambición, egoísmo... Todo aquello apestaba a engaño. Iba lentamente intentando reconocer a la gente que había apilada en el suelo, pero no encontraba rostros familiares, no encontraba rostros en sí, tan solo máscaras que seguramente fueron las caretas de una gran fiesta llamada sociedad, y cada una de ellas pasó a caracterizar a esos cuerpos inertes. Llegó al rótulo por fin después de un gran camino y se detuvo. Alzó la cabeza lo máximo que pudo y tan solo pudo leer dos letras encendidas “T” e “M”. Se rasco la cabeza con la mano derecha y pensó que pertenecería a la palabra “TIME”, tiempo en español.
Cruzó el rótulo y se adentró en un pasillo estrecho, oscuro, pero en el cual se podía apreciar una nítida luz celeste espectral. En las paredes garabatos demoníacos. Y finalmente llegó a la desembocadura del habitáculo. Se frenó, y pudo observar el comienzo de unas escaleras de caracol. Tras unos minutos dudando decidió descender por la fría roca que sostenía sus pies. Un par de veces resbaló con el musgo, que la humedad había creado, y se sorprendió al pensar que sí que había vida, el musgo era vida. Dicho resbalo quedó en susto, pues se agarró a un fina y endeble barandilla atornillada a la pared.

El tiempo se le hizo eterno, cada escalón saldado producía una sensación claustrofóbica que le impedía continuar; cada escalón saldado producía un aumento de temperatura, y las gotas de sudor comenzaron a vislumbrarse en la frente de nuestro personaje. Tras diez minutos pasados, una eternidad para él, pudo apoyar los pies en algo similar a la arena. Había tocado fondo. Se arrodilló en el suelo y dejó que la tierra soportase sus noventa kilos, estaba exhausto, y ni siquiera sabía porqué había bajado hasta ahí. Vio unos píes justo en frente, calzados por unas bailarinas negras, y alzó la vista. Su cara empalideció. En su interior se comenzaron a concentrar rabia y odio hacia aquella mujer angelical. Ella le tendió su mano, y él golpeó fuertemente el suelo, y comenzó a gritarle:

-¡Largo de aquí! ¡Maldita sea! ¡Maldita eres! ¡Largo!

La mujer despegó los labios para pronunciar unas palabras que nunca llegarían a los oídos de nuestro protagonista pues así como apareció de repente, se marchó, dejando tras sí una estela del azul espectral inicial. Cuando el último rayo de luz celeste desapareció, la estancia se tornó en tinieblas y tan solo pudo oírse el grito desgarrador del protagonista; tan solo pudo oírse sus llantos sin consuelo; las maldiciones que le echaba a la mujer angelical… tan solo se pudo oír los gritos de desesperación de un hombre que había sufrido demasiado.

Segundos más tarde el suelo comenzó a abrirse bajo su cuerpo, asustado intentó aferrarse a la pared rocosa del zulo, pero fue imposible. Todo se tornó arena fina y resbaladiza. Y caía, caía muy rápido, sin poder aferrarse a su propia vida. Y perdió la noción del tiempo, y cuando la caída frenó, se levantó como se levanta un minusválido que consigue andar de nuevo. Y cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que estaba en un reloj de arena, y que cada grano era un recuerdo de su triste vida. Cada grano era un segundo que había perdido con tonterías, y entonces comenzó a gritar, y cada vez se hundía más en sus años, en su vida. Gritó y gritó, y cuando hubo llegado la arena al cuello, alguien cogió el reloj, lo giró diciéndole:

-Ya está bien de que huyas, de que corras. Ahora, que el tiempo está en tu contra, ahora que te queda poco, ve y realiza todo lo que quieras hacer, quizás no sepas apreciar la oportunidad que se te avecina, pero confío en ti, y sabrás hacer lo correcto, porque está en ti hacerlo. Ten miedo, y valentía, a la vez…

Nuestro protagonista fue a preguntar quién era pero no le hizo falta. Todo se volvió de nuevo celeste…

…era ella.

Y una lágrima paulatina e insonora cayó, y tras ella muchas más.

Caía arena sobre todos lados, y él cerró fuertemente los ojos, deseando que fuera todo un sueño, no vivir aquella experiencia. Deseo haber sido otra persona, y deseo haberse muerto cuando tuvo la oportunidad de ello. Pero pese aquellos deseos, aquello era tan real como la vida misma, y vencido por el sueño, el miedo, y la tristeza, sin querer queriéndolo, dejó reposar sus pestañas sobre la suave arena.





Intrínsecamente, está relacionado con lo de ayer, pero aun es muy pronto para que atéis cabos. 
Una vez más os dejo unas líneas. Que tengáis un gran día. 
Un gran beso Lala. 

domingo, 9 de junio de 2013

Arte.


Nayra movía el café aburrida, contemplando Madrid al otro lado del cristal. Habían pasado tantos años desde que se despidió por última vez que estaba demasiado desorientada, por eso decidió parar en el primer café que se encontró por el camino. Estaba cansada y quizás un poco nerviosa. Era ya el segundo café que tomaba, y parecía que no iba a ser el último, el tiempo pasaba demasiado lento. Miraba una y otra vez el reloj de pulsera en plata que llevaba. Balanceaba sus píes cruzados y no dejaba de agitar el café. No paraba de entrar y salir gente, pero ella no se inmutaba, su miraba se posaba en la la calle, y minutos más tarde divago entre recuerdos.

Se recordaba a ella con 17 años con un peto vaquero, y un sombrero que se llevaba a todos los viajes, recorriendo las calles de Madrid, haciéndolo su hogar. Y una lágrima cayó dentro del café, apartando la leve espuma y dejando ver su negro interior.
Miró el reloj de nuevo y vio que eran las ocho y media de la mañana. Era la hora, era el momento. Se levantó, dejó encima de la mesa el dinero y algo de propina y saló.

Se introdujo por las calles de Madrid hasta llegar a la Plaza de España, una vez allí, tomo dirección Gran Vía. Hacía una bonita mañana primaveral; y recordó que aquel domingo, también hacía ese tiempo, una calor abismal. Al pasar por la Plaza de España, recordó como unos amigos tuvieron que sacarla de allí por una taque de ansiedad tras ser rodeada por más de 50 palomas, y se rió, aunque en su momento no le hizo gracia.
Una vez llegado a ala calle Alcalá pudo ver a lo lejos el Ayuntamiento de Madrid y la preciosa Plaza Cibeles. Pasó junto al Palacio Buenavista  y se acordó de la cantidad de fotos que se echó en frente de aquel lugar. Paró a descansar. Bebió un poco de agua de su botellín y se dijo a sí misma que no estaba ya para aquellos trotes. Descendió el Paseo del Prado disfrutando de la naturaleza del lugar y saludando a todo el que veía, aunque no los conociese. Estaba cerca. Y la vio. Vio la Fuente de Neptuno. Miró el reloj y vio que eran las nueve y cuarto. Corrió por la acera izquierda, y llegó a la puerta del bar/restaurante/pub Vips y se sentó en el banco.

Pasó el tiempo, y cada minuto, cada segundo que transcurría, hacía que la cara de Nayra, se entristeciera. Permaneció allí durante más de 7 horas, sin hablar, sin comer, sin nada, tan solo mirando a la izquierda de la puerta de aquel bar esperando algo o a alguien que no llegaría jamás. Llegadas las cinco de la tarde se levantó, y decepcionada se dirigió hacia el hotel.

Aquella noche la pasaría entre sollozos, llamándose a sí misma estúpida por pensar que tras 15 años, podría volver al pasado y ayudar o salvar a un hombre que en su momento le hizo ser la persona más humana y humilde de este planeta.






Veréis, esto forma parte de algo más grande. De un relato a lo grande. Forma parte de una historia. De 3 vidas. Quería mostraros un poco tan solo, no exponiéndome mucho a Internet.
Un beso, y publicaré en los siguientes días un desenlace.


Por Lala.

sábado, 8 de junio de 2013

Caminar.

"Es como estar en un sueño, luces de neón, mariposas revoloteando a mi alrededor,
Continuo luchar entre arenas movedizas. Arriba y abajo; en el cielo o en la tierra. No importa. 
Me dijeron que si intentaba salir más atrapada quedaría, pero ahora eso da igual, porque no hay salida ni solución".

Es curioso el ser humano por más que caemos, y nos levantamos por culpa de la misma piedra, el va y la sigue adorando. Pero hay veces en la vida, que las personas y las circunstancias, nos hacen rechazarla, y seguir nuestro camino. Seguramente aparecerán más piedras que revestían el pavimento y se han desquebrajado del mismo, o quizás no, pero hay que saber decir "basta" cuando nada vale la pena. Seguirás avanzando y aunque todo está oscuro en tu habitáculo, aunque el rojo de la sangre y de la pasión ha desaparecido, comienzan a parecer los rayos de la nueva aurora en tu vida. Se van colando por cada rendija y cada agujero, y será entonces cuando nuestro "yo" interior acurrucado en la esquina más tenebrosa verás las motas de polvo danzar entre los destellos, moviéndose con musicalidad y ritmo. Y será entonces cuando contemplemos la belleza de un nuevo renacer. 

A medida que te vas levantando, que comienzas a andar por ti mismo, con pasos torpes y temblorosos, te dan ganas de abrir esa ventana que frena toda la luz de un nuevo día. Y miras hacía atrás tembloroso por no saber que te espera, porque no quieres caer, o porque en este caso no quieres abrir tu corazón, pero aunque nos duela, el corazón y la razón no caminan agarrados de la mano. Y lo haces te acercas y la abres, el sol te ciega, pero cuando recuperas la nitidez en la visión observarás que más allá de las cuatros paredes del habitáculo de tu corazón, hay mundo. Quizás no te guste, quizás sí. 

La vida es así, sin explicación, no podemos dejar nuestra fuente seca para toda la vida, volverá nuestro Ruiseñor, y nos piará, pero sin fuente, no hay Ruiseñor; sin corazón dispuesto a amar, no hay Amor. 



Saludos desde Almería, Lala. 

Adjunto este poema del gran Antonio Machado:

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.



viernes, 7 de junio de 2013

Nos damos cuenta...

" A veces, cuando tiemblas, nadie es capaz de parar ese temblor...
A veces, cuando gritas, nadie es capaz de oírte...
Y sucede que a veces, cuando lloras, nadie es capaz de consolarte..."

A todos nos llega en la vida un momento en el que hay que decidir, semejante a una glorieta con distintas salidas, cuyos finales, son el mismo. A medida que vamos avanzando en la vida, te das cuenta de que las promesas tan solo están para alegrar el día, para ilusionarnos porque son muy pocas las que llegan a cumplirse. Te das cuenta de que es mejor no esperar nada de nadie porque así las desilusiones dejan de existir, aunque todos sabemos que en el corazón nadie manda y nunca dejará de ilusionarse. Quizás a medida que vamos avanzando nos damos cuenta, y aunque sea un tópico, que en el amor no hay edad...¿En que medimos la edad? ¿En años? los años no nos dicen nada de nosotros, lo que de verdad mide la edad, son las experiencias, las caídas, las derrotas, la gente que pasa por nuestro lado, las personas a las que amamos, las que nos aman, las risas, los llantos...etc. Y te das cuenta de que amigos hay pocos, y amigos hay muchos. Amigos que te llamen para felicitarte por un logro personal, muy pocos; y amigos que te llamen para las desgracias muchos. Creo que con el tiempo seleccionamos a las personas que queremos que estén a nuestro lado, de nada sirve compartir tiempo con alguien que al fin y al cabo en un futuro no muy lejano nos van a provocar disgusto. Seguramente al final nos demos cuenta, de que en el amor todo vale, pero que a la hora de la verdad, hay que querer, y ser querido; un equilibrio... y aunque nos duela si el pájaro crece, hay que dejarlo marchar del nido. Tristemente, las personas más sensatas se darán cuenta de que la vida es así, un devenir de sentimientos, personas, amores, desamores, amistades y un largo etcétera que no merece la pena poner.


Un saludo, Lala.


(adjunto mi nuevo trabajo a esta entrada) http://www.flickr.com/photos/lmlfotografia/8977392912/

jueves, 6 de junio de 2013

Geometría sentimental.

>>A veces me preguntó en qué fallé, y otras tantas, en qué fallaste...y llego a la conclusión de que ambos fallamos...
No hay porque guardar rencor en nuestro joven corazón. Tan solo nos tenemos que superar, todo en la vida es así ¿no?...
Todas las noches tengo la sensación de que te asomas a la ventana de mi calle, sí, a esa calle en la que no cesar de llover desde que te marchaste. Todas las noches miro al cielo esperando una respuesta que yo misma sé que no va a llegar jamás, pero esto ya es rutina, es rutina llorar, es rutina sufrir, es rutina amar, es rutina caer, y es rutina levantarse. Por eso mismo, porque es rutina, es rutina decir "hasta luego", o "adiós".

Cansada de mirar por la ventana, de esperar a que te asomes, salí a la calle... y respiré tan, 
tan fuerte, que el humo de terrazas a tres manzanas de aquí, ha entrado en mis pulmones. Amanecía. Hacía tanto tiempo que la soledad no me acompañaba por las calles de  Almería... 
Calzada por mis queridas botas de cuero, los pasos; los sentimientos; el aire; y los recuerdos me han llevado ante la inmensidad azul del mar y he envidiado su serenidad, he envidiado su belleza... A mi izquierda las barcas abandonadas, donde tantas veces jugué a ser yo la capitana de un barco, eran ahora refugio de cientos de insectos; y me he figurado que hacía años que no portaba por allí, y que aquel lugar había perdido la magia que por aquel entonces tenía, pues no valía la pena la caminata si iba agarrada de la mano de nadie.


Vuelve a llover, y sentada sobre las rocas, pienso en él, pienso mi.. pienso en nosotros, y me doy cuenta de que aquellos ojos marrones, que me transportaban a lugares oníricos; me transportaban a un bello desierto donde las dunas eran sus caricias sobre mi blanca piel, y el calor abrasador eran sus besos; ahora me son desconocidos... 

Llevo mucho tiempo corriendo en círculos, y ahora solo podrá frenarme un obstáculo en el recorrido, alguien que me diga: "¡Eh, preciosa, existen los cuadriláteros!" <<


Por LML...
Hoy he ido a pescar con mi padre, y me ha salido esta pequeña tontería. Es difícil aceptar ciertas cosas, por mucho que nos duela siempre tenemos que saber decir "Adiós" porque aunque no queramos, la vida es así, un continuo devenir de personas. Todas ellas pasaran por tu vida, algunas dejarán huella, otras no tanto, pero es ley de vida que nos abandonen, como es ley de vida abandonar. Las despedidas son dolorosas, pero más doloroso es perder oportunidades mientras te estás lamentando. 

Muchas gracias a todos los que me leéis, que no solo es por España, si no desde otros países. Tan solo estáis leyendo un corazón más que se desahoga en un misero Blog.

Besos y abrazos desde Almería, os quiere, Laura, Lala, y como bien prefiráis llamarme. 




miércoles, 5 de junio de 2013

Clocktown.

Caes, y el eco de tu grito se escucha por todo el pozo en el que te estás sumergiendo. El miedo se apodera de ti, y solo ves sombras, máscaras y solo escuchas risas demoníacas. La oscuridad aumenta a medida que vas más profundo, todos esas psicofonías e imágenes te hacen cerrar demasiado fuerte los ojos.

El reloj comienza a sonar y hay un renacer en ti. Te levantas y caminas a ciegas, a veces torpe, otras veces danzando, pero siempre a ciegas. Y giras, y te caes, pero te levantas, eso es lo que te hace fuerte. Con miedo o sin él, comienzas a abrir los párpados, y te das cuenta de que todo sigue estando como antes. Oscuridad en un alma que no la merece. Y comienzas a recordar. Recuerdos que van y vienen, que vienen y van, pero que al fin y al cabo están presentes, siempre. Tú, sola en tu torre del reloj vislumbras una especie de puertecita pequeña que te dará paso a un gran mundo. Un mundo en el que tu “yo” anterior, tardará tiempo en recuperarse. Frente a esa puerta en la que dudas cruzar o no, te encuentras con un comprador de almas. Y le vendes la tuya a cambio de una oportunidad. Seguramente sea el error de tu vida, o seguramente no, todo es a un 50%. El caso es que puestos a ello, arriesgar cuando se ha perdido todo, es una buena inversión, porque claramente no hay nada que perder.

Vendida ya , a ese siniestro personaje que te mira con cara de "he hecho un buen trato", frotándose sus manos, cruzas la puerta, y te encuentras con un nuevo mundo, en el que la luna es más grande que el sol, en el que la velocidad del tiempo la decides tú, y en el que, tristemente o no, eres aceptado, por una comunidad en la que las máscaras, la hipocresía, y la infelicidad, son más importantes que el amor. Y resignada, te sientes a gusto de por lo menos encajar. 


Por LML.

Desastre emocional en cinco minutos que dura una misera canción, que es toda mi infancia, pero que hace que saque lo mejor y lo peor de mi, hace que me desangre en letras.

miércoles, 22 de mayo de 2013







Pasos firmes me han llevado a aquel lugar donde más de una vez contemplamos el firmamento. Y me he sentado. El viento invernal me ha despeinado toda la melena y seguramente el alma. El frío ha calado por cada hueso, cada célula y cada capilar, ha calado en sí. Y ese mismo frío que antes huía al darme tú tu calor y tus abrazos, ha sido él el que me ha abrazado, dándome un poco de amor, un poco de soledad, y quizás un poco de paz.
Me he tumbado y he visto las espigas danzar semejantes a como danzan las olas en el mar, brillantes por el reflejo de la luna en las pequeñas gotas que hay en cada una. Seguramente ese rocío sean las lágrimas de la gran luna que se alza bella en un cielo tan estrellado... o sean mis lágrimas, las lágrimas que cada atardecer has traído a mi calle.






Por Lala, adjunto esta canción por que le viene como anillo al dedo!

os quiero!

lunes, 1 de abril de 2013

Encarcelados en la ''Libertad''

Nos pasamos toda la vida persiguiendo un ideal inalcanzable como es la libertad, ignorando en cierto modo que desde que nacemos estamos arraigados a la decisión que tomaron por nosotros de vivir o no.
Pasan los años y las curiosidades y nuestros propios padres, familiares o amigos son los que nos hacen ir aceptando ese "mandato" de vivir que nos pusieron... si es que se puede llamar mandato, obligación... más que eso diría yo que fue una decisión prematura tomada por unos padres que desean cuidar y cultivar en nosotros esas ansias por conseguir la libertad, que ellos no pudieron lograr.
Está más que claro que con cinco años que es más o menos cuando tu cerebro comienza a razonar, o mucho más antes, tus padres no te iban a preguntar: Hijo mío, ¿deseas vivir?. Sería demasiado absurdo a mi parecer.
Y conforme pasan los días el concepto de libertad va creciendo en tu cabeza. Cuando somos pequeños creemos que  la libertad la tienen los mayores; y cuando somos mayores deseamos ser pequeños para ser libres; bien, en este caso ¿cuál es la verdadera libertad? También, pensamos que los animales son los verdaderamente libres y conforme nuestro pensamiento se desarrolla nos damos cuenta de que los animales tristemente dependen en muchos casos del ser humano, aunque este no sea necesario en su vida, ya que es el destructor de sus ecosistemas y el mismo a su vez que intenta protegerlos... y ¿bien? ¿por qué decimos que los animales son libres? Quizás por qué se dejan llevar por los instintos al contrario que nosotros.

Y así poco a poco relacionando términos, elaborando tus propios esquemas en tu "madura"(o no tan madura) mente, vas creando una idea de Libertad y llegas a la conclusión de que es inalcanzable... siempre dependeremos de algo, algo que nos aferrará, a una persona, lugar, tiempo, instante u objeto, por mucho que digamos lo contrario....
Y aquí es donde aparecen los vacilones que saltan: "Pues yo me voy a una isla desierta..." Y es cuando diré yo: "Y bueno...¿necesitas comer? ¿Necesitas dormir? ¿necesitas quizás resguardarte del mal tiempo? Claramente no contestes, tu respuesta es sí, así que querido amigo, dependerás de ti mismo, del lugar, de la flora y la fauna, del tiempo y de todo lo que te rodea, por lo tanto, la libertad es nula"

Incluso muchos dicen que se llega a la libertad solo a través de la mente, pero solo se puede llegar a un estado similar con mucha concentración porque hasta en nuestra cabeza estarán las preocupaciones por ahí flotando.

Finalmente, en el lecho de tu muerte cuando más maduro eres, te preguntarás ¿Ha merecido la pena vivir buscando esa libertad que todos me prometían? Incluso puede que tus nietos o nietas más avispados te pregunten qué es, y tú le responderás lo mismo que te respondieron a ti, haciendo crecer la ilusión en ellos de alcanzar dicho tesoro, como le gustaría a un arqueólogo descubrir la Atlantia.
Y en ese momento en el que te debates entre la vida y la muerte en un instante pensarás, qué sí que ha valido la pena esa decisión tomada por nosotros al nacer, ese cautiverio de libertad. Ha valido la pena caerse y tropezarse, levantarse, llorar, amar, sufrir, buscando esa ''Libertad'', rozándola en los momentos de clímax, de satisfacción, de realización. Ha merecido la pena porque nos damos cuenta de nuestra lucha y nos sentimos completamente orgullosos de nosotros mismos.
En ese momento te darás cuenta de que has logrado rozarla tan tan cerca que casi la agarras, intentando comprender esa utopía no utópica.


Por Lala, LML. Gracias por leerme.

sábado, 9 de marzo de 2013

Cartas a un Ruiseñor.



Necesitaba hacer esta entrada, para escribir sin frenos.

Callamos cuando debemos hablar, y hablamos cuando debemos callar, y así es el ser humano tan impredecible, tan zoquete y tan irracional.
Y decían: “Somos el único ser racional que ha existido” y yo escéptica añadía un sonoro “Já”. Es cierto que pensamos más de lo que debiéramos pero, ¿Quién es el valiente que le hace caso al Corazón? Sin duda, mí querido Ruiseñor.
El bate sus alas con fuerza, sin miedo a caer y por las mañanas con la luz del alba, te dedica sus buenos días con una melodía celestial. Y jamás, tiene miedo de un “¡Vete!”.

Desde pequeña les tuve fobia a los pájaros, pero cada vez voy aprendiendo a admirarlos. Desearía tener sus alas para volar y volar, y en el momento de la caída libre, frenar en seco, frenar en las penumbras y alzarme de nuevo entre nubarrones grises de tormenta, vientos huracanados; y una vez pasado todo esto, contemplar de nuevo la belleza del sol, que este seque mis plumas, que las roce lentamente, y las haga brillar con la fuerza suficiente para cegarte.
Pero… ¿Qué sucede cuando mi querido Ruiseñor deja de piar? ¿Eso qué significa realmente? ¿Quiere decir que tu corazón deja de latir, de amar?

Soy una montaña rusa de exorados sentimientos… Hoy arriba, mañana abajo… Y yo me pregunto qué sucederá cuando el viaje caduque… ¿Saldré mareada? O por lo contrario, ¿Seré capaz de subirme a la locura que llaman “Amor”, de nuevo?
Cada uno lleva dentro de su ser a su caballero, y a su damisela en apuros.
Y yo ahora mismo, voy sin frenos escribiendo estas míseras palabras a mí querido Ruiseñor que dejó de posarse en mi ventana todas las mañanas. Dejó de piarme al oído. Dejó de amarme, y ahora, cada vez que me asomo a la fuente del patio, no está allí, es más, la fuente ha dejado de emanar agua a borbotones. Y yo sentada en mi ventana me pregunto si un buen fontanero con la raja del trasero al aire, será capaz de arreglar semejantes tuberías, atascadas de hojas secas y plumas de mi querido Ruiseñor.

Aun así todas las noches, corro la cortina de lino de mi ventana y esta la abro, para que entre y me píe bajito, tan bajito que solo mi corazón pueda entenderlo… y cuando eso suceda “¡Ay qué será de mi!” Mi corazón se acelerará y la fuente volverá a expulsar agua de una forma magistral, o tal vez no.

Y llega, lo sé, sé qué llega, y lo veo, ahí esta chapoteando, mirando a mi ventana con sus plumas húmedas, con sus alas abiertas, y me dice que le acompañe, que no me quede más en ese lugar.
Es de noche. Cojo mi abrigo, bajo… y ahí está, silencioso mirando hacia la calle, donde las luces anaranjadas de las farolas colorean la niebla invernal, y me dice mi querido Ruiseñor: “¡Huye!”. Miro hacia mi ventana y quiero llevármela a cuestas, quiero seguir contemplando la ciudad des de ahí arriba, pero es hora de marchar, de correr, de ser libre, de amar, de sufrir y de volver a caer. Es hora de volar.

Y decido marchar. No sé que rumbo llevo, pero llegaré a algún puerto. A menudo que avanzo, miro a mi querida ventana, la cual va empequeñeciendo, y corro. Tengo miedo. Me asusta no saber seguir, no quiero lo desconocido. Y vago, vago por las callejuelas de la ciudad, me cruzo con feriantes que son felices, con niños que juegan, mujeres lavando ropa… me cruzo con miles de sombras de gente que fue, fue como yo, sombras de gente de años atrás, gente a la que ame, pero mi querido Ruiseñor se va volando y no puedo pararme detenidamente para ver de quien se trata.

Me derrumbo ante mi fragilidad y lloro como un bebé… y vuelvo a caer. Tengo las rodillas sollozadas, la ropa rota pero, algo me levanta, y me alzo ante la inmensidad de la vida, y por un momento soy feliz y mi querido Ruiseñor pía.

Me comienzo a mover entre puestecillos de pan y vino, como una muñeca sigilosa y torpona, y todo el mundo me sonríe y me tiende su mano, y suena música. ¿De dónde vendrá? Todo esto es un sin sentido, giro sin parar del brazo de unos y de otros. Luces de colores. ¿Será esto la felicidad?

Una luz alumbra a un enmascarado y mi ruiseñor se posa sobre un cable a observar. Y yo temerosa me acerco con cuidado, me acerco como un gato, y de vez en cuando me asusto con sus movimientos… Me tiende su mano. Dudo pero, al final, acepto, y lo que antes fue un baile tradicional, se convierte en un puro vals. No le veo el rosto, pero si percibo su aroma a canela y leche… Y pasan los días y seguimos bailando, mirándonos, y la gente expectante cuchichea. Las luces del mundo se encienden a nuestro alrededor y de repente, nos encontramos volando por encima del Louvre. Querida París, todo es tan bello en ti.

Ascendemos y seguimos danzando, sin dejar de miraros, y todo es tan mágico, todo es tan perfecto que me asaltan las dudas “¿Merezco yo esto?” y me suelto de su mano, y caigo, caigo, y caigo, pero antes de impactar con el suelo su mano me aferra y mi Ruiseñor me pía. Ambos unidos aterrizamos en el suelo… y sin quererlo mi pobre corazón arreglado con celo, comienza a enrojecerse, y duele, porque a veces el amor es eso: Dolor. Y al sentir esas punzadas miro a mi ventana, dejada atrás, y me digo: “Con un solo no me sueltes, bastará” y así es, me agarra aun con más fuerza.

Me sacudo la ropa, y agarrados de la mano me marcho con él, y con mí querido Ruiseñor. Por el camino tropezamos pero sabemos superarnos con firmeza. Y llega el momento en el que quiero saber quien es esa persona que me ayuda, que me entiende, y que me apoya… pero, cuando voy a quitarle la máscara, me doy cuenta de que solo es aire, y sus ropas se desploman. De nuevo, me hallo sola bajo la intemperie, acompañada tan solo de mi querido Ruiseñor. Y vuelvo a comenzar de nuevo enjugándome las lágrimas que brotan de mi fuente.
“Así es la vidad, un devenir de sentimientos, unas veces arriba, otras abajo” pienso.

Comienzo a andar por el desierto de la melancolía y de la soledad. Mis zapatos se llenan de arena pero, no hay tiempo de sacudirlos, no hay tiempo de parar, tengo que vivir y salir de este lugar. Necesito volver a París. Necesito volver a mi ventana, estar protegida por mis recuerdos, por mi fuente, pero algo me lo impide, algo me impide regresar al pasado… ¿Qué es? La independencia, la vida, la maravillosa vida. Ya nada duele, las heridas han cicatrizado. El corazón se ha emendado y miro hacia mi querido Ruiseñor que me espera allá, donde podré ver el verde de los campos y el azul del mar. Corro hacia su encuentro, y antes de salir de aquel pozo, antes de poner un pie fuera, miro hacia lo oscuro, y solo queda la nostalgia de lo que fui, de lo que fuimos, de lo que quería ser, y de lo que queríamos ser, pero no hay dolor.


Salgo.


Me siento viva.


Me siento bella.


Así es la vida querido Ruiseñor, unos salimos pero, otros quedan en el abismo de la desesperación. Vivir es amar, y amar y vivir conlleva sus riesgos, pero no hay nada irreparable. No hay nada imposible si te tengo a mi lado, si te tengo querido Ruiseñor, querida fuerza de voluntad, querida esperanza, querida yo.




Por LML.

lunes, 25 de febrero de 2013

Eras Tú.


Es tan grande lo que llevo dentro. Tan grande que haría falta todo un universo para contenerlo. Todo es una condensación de sentimientos, unos buenos y otros no tanto. Y mi alma necesita un baño, pues el rencor y la ira van calando tan dentro, que han tocado hueso y han empezado a pudrirme de tal manera que solo salen lágrimas negras como la tinta de está pluma.

Y tengo a mi yo interior corriendo en círculos sin saber qué hacer. Llorando en cada rincón de este humilde corazón. Llorando en cada sitio, alejada de miradas impertinentes y malintencionadas, alejada de toda persona que quiera hacerme daño.

Nadie en la vida entenderá estas tristes palabras que hoy os dedico, ni  tan siquiera os aproximaréis a la pena que tengo y que me produce estos grandes nudos en mi garganta. Nudos que ahogan mis palabras, las sumergen en el abismo de la desesperación.

Tan solo os dedico unas frases de angustia, de socorro quizás.
Pasará el tiempo y este purificará todo lo negrecido de mi ser como lo haría un dentista, pero la espera arde, quema y abrasa.

 Me consuela saber que entre tanta oscuridad volvió a resurgir la esperanza. Me consuela saber que una mano me alza. Y me consuela y me da más fuerza saber que eres tú. Pues has secado siempre mis lágrimas, me has arropado en tus abrazos y me has amado en tus silencios. Y aunque la espera fuera eterna valdría la pena si tú estás conmigo, dándome la magia que ha perdido este ser porque después de este batacazo ha perdido el norte y su estrella.

Nadie sabe que nos deparará el futuro, ni siquiera sabes si estarás mañana vivo. Pero hay que seguir adelante aunque cueste avanzando, ahora te toca tirar de mi como yo tantas veces tiré de ti, y habrá veces que me llevarás a cuestas y otras veces que seré yo la que me caiga al suelo sosteniéndote, pero valdrá la pena porque estaremos juntos.

Es difícil avanzar con la cruz encima si aún no se ha talado el árbol. Es inevitable que no te pinches al besarme, al abrazarme, pues tengo todo lleno de todas las rosas que no me diste. Y es posible que te hartes, te canses de este cuerpo melancólico… pero has de pensar que este cuerpo que ahora está desmoronado siempre estuvo en su apogeo, cuidándote, y velando por ti, y has de pensar que cuando la montaña rusa de mi vida consiga pararse en lo más alto todo será maravilloso.

Estoy feliz de tenerte conmigo, y más sabiendo que has vuelto a chapotear en la fuente de mi patio, porque siempre fuiste Mi Querido Ruiseñor.

RL. Por LML. 

https://twitter.com/LauraFireflies

miércoles, 13 de febrero de 2013

Amor.


Callamos cuando debemos hablar, y hablamos cuando debemos callar, y así es el ser humano tan impredecible, tan zoquete y tan irracional. Y decían: “Somos el único ser racional que ha existido” y yo escéptica añadía un sonoro “Já”. Es cierto que pensamos más de lo que debiéramos pero, ¿Quién es el valiente que le hace caso al Corazón? Nada tiene que ver con nada, pero todo está relacionado entre sí, por hilos imaginaros que nosotros inventamos en nuestra mente.
Me adelanto unas horas al mágico 14 de Febrero, con el que todos y todas hemos soñado desde pequeños pero que con el tiempo ha ido perdiendo ese nerviosismo, y esas dudas. ¿Quién no se ha puesto una camiseta roja o algo de ropa interior, cuando tenía 11 años, porque estaba enamorado secretamente, y cuando le preguntaba ha negado con un no? Dicen que si el 14 de Febrero te pones una prenda roja, estás enamorado...pero realmente, a esa edad ¿Qué entendemos por Amor? Por Amor a esa edad entendemos más bien visualmente, y atendemos más a las mariposas revoloteando en el estómago que a la razón, pero es normal, es más con 11 años, es casi imposible pensar en el amor, entre canicas, barbies, videojuegos, dibujos y demás, no tenemos tiempo para nada. 
Pero claro, lo que antes fue un cosquilleo, cuando esa personita especial te roza la mano sin querer, va creciendo y creciendo y da paso a un sentimiento mayor, da paso a noches en vela, saber qué hace, qué le gusta, da paso a los primeros besos, y los primeros te quieros... ¡Qué palabra tan utilizada hoy en día sin conocer lo qué es en realidad"Te Quiero"!...llegan los primeros rompecabezas, los primeros llantos...Sin embargo tras todo esto, con 13 o 14 años, no tiene mucho sentido porque realmente hay que ser muy maduro a esa edad para saber qué es el Amor...
Llegan los 17 y 18, y ya cada palabra, cada acción que realizamos es el ojo de un huracán que puede o no realizarse, un huracán de consecuencias, buenas y malas. Ya no estamos ante algo infantil, ya es algo más maduro. Y cuando dices Te Amo sin sentir nada puedes hacer daño a muchísima gente...y ¿Ahora? ¿Sabemos qué es realmente el amor con esta edad?
Pocos realmente pueden conocerlo, y más hoy en día, yo tengo que suerte de decir que sí. Pero, ¡Tranquilos! ¡Qué no cunda el pánico! A todo cerdo le llega su San Martín, por lo que a toda persona le llegará ese ''¡Ay!" constante en la boca cada vez que le miras. ¿Qué es el amor? El amor tiene una variedad de ramificaciones, está el amor a las cosas, amor carnal, amor paternal o maternal, pero hoy es diferente, hoy es Amor hacía una persona. Ese Amor, es una sensación continua de bienestar. Es una oleada de sentimientos, de inspiración. Es hacer compañía, y que te acompañe. Es proteger y que te protejan. Es dar la mano y coger con fuerza pero nunca atar. Amor es dar cariño sin esperar directamente que te den a ti. Amor es callar, y no mentir. Que estés enamorado no significa que seas celoso, ser celoso es desconfiar, y "tener miedo a perderle porque alguien aparezca en su vida" en cierto modo también. El Amor tristemente a veces no es recíproco, pero cuando lo es todo es maravilloso. Amor es Placer, pero el Placer no es Amor. El Amor, con todas sus letras a veces, se transforma en Dolor pero, Amar es Vivir, y Vivir conlleva sus riesgos. 
Después de comentaros qué es el Amor para mí, os pongo un pequeño poema o narración poética dependiendo de por dónde lo queráis ver:

Lloro. Esta sensación es tan corrosiva,
que rasga las venas por las que fluye mi sangre.
Grito, pero las voces no salen de mi boca,
quizás, esta mudez se deba 
a que hace tiempo me cortaron las cuerdas vocales.
Sollozo, y entre hipos, pienso en mi paz,
pienso en él. 
Persona vicaz, elocuente y fiel, 
entre otras cosas héroe de mi corazón,
y su propio destructor.
Se marchó dejándome a la intemperie.
Se alejó y cabalgó por lugas donde
el tiempo era fugaz...
Y yo sola en mi torre pensaba en él,
pensaba en sus ojos marrones 
capaces de transportarme a lugares oníricos,
capaces de llevarte a un lugar dependiendo de tu estado anímico.
Y cada vez que pensaba en sus ojos, 
me acercaban a un desierto,
donde las dunas eran sus suaves y delicadas caricias, 
que un día rrecorieron mi piel, 
y el sol abrasador sus besos ardientes,
que degustaron mis labios;
y esa misma arena que me envolvía en sueños,
era la misma que me ahogaba en mi reloj de arena...
...Soledad, así me llamé por aquel entonces.
Mientras mi flor decaída comenzaba putrefacta a descomponerse.
Y un día mi Hércules mandó a su Pegaso
con unas letras para mi.
Que me amaba, que me añoraba, 
que me echaba de menos, que se moría si no me tenía...
Esperanza, me llamaba por esa época. 
Y mi propio llanto regó mi corazón,
que con melancolía y dolor,
se irguió en su propio tallo.
Y todas las tardes, me sentaba en aquel escalón,
vísperas de que volviese mi ladrón
sobre su alfombra mágica...
Y mi madre me decía: "Fe, no llores, volverá..."
Y un día, mientras comtemplaba como el ocaso,
daba paso al firmamento,
sentí que el viento me traía su perdúme,
que se infiltraba en mis sentidos
y me empapaba el alma,
hasta en lo más íntimo...
..me giré...
y allí estaba, erquido con semblante serio,
y una rosa por cada día que me faltó.
Dispuesto a remendar cada paso, 
cada fracaso,
y fruncir las heridas con amor.
Y allí estaba, elegante y benévolo
a dispensas de un "sí" o un "no",
y me dije en voz alta: "Adelante, Amor, le amas".
Lloro, y una gota paulatina e insonora, 
caen en el FRASCO de mi corazón.  


Por Laura López Maldonado, LML.

PD: ReaLove.