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lunes, 17 de marzo de 2014

La vi, la veo y la veré

Me preguntaba cada noche qué si valía la pena vivir, si valía darlo todo por alguien que quizás al día siguiente no iba a estar en su cama. Me preguntaba y lloraba, como una niña chica. Rota y pisoteada, se tumbaba en la cama, y poco a poco, entre hipos y palabras que musitaba, se quedada dormida.

Su piel aterciopelada se confundía con las suaves sábanas de raso. Sus cabellos se dispersaban por la almohada. Su pequeño cuerpo se perdía entre la tela de su camisón negro, dando rienda suelta así a la imaginación. 

Todas las mañanas la veía levantarse. Veía el rímel por sus mejillas. Veía sus ojeras púrpuras. Su mala cara, su cuerpo cansado, su autoestima baja. Veía como miraba el reloj, como pensaba lo rápido que pasaba el tiempo y lo lenta que se hacía la espera a la felicidad. 
Pero veía como abría el armario con una sonrisa. Como sacaba sus mejores blusas, sus mejores vestidos, veía como se mimaba, como se veía bella… y eso, me hacía feliz, porque aunque su alma estuviera hundida en la tristeza, siempre salía a flote.

Al volver a casa, yo sentado en la misma esquina de la habitación en la que todos los días me siento, la veo. Observo en silencio como lanza su mochila sobre la cama, como enciende algo de incienso, como pone música, y como su cuerpo se desploma sobre sus huesos, evadiendo su alma a otros lugares que solo ella conoce. Y me percato de como su semblante se torna sombrío, y pienso y rezo porque todo haya ido genial pero, ella y yo sabemos que nada va bien, ni siquiera regular. 
De nuevo veo como las lágrimas afloran por su estático rostro, y oigo como rompen el frío silencio al entrar en contacto con el suelo. Todo vuelve a comenzar. Ella sufre, yo no puedo hacer nada…

Con suerte no todos los días son negros, hay veces en los que el amor toca a su ventana, y la veo reír, aunque esto implique días de decepción y dolor, lo daría todo por verla solo un día feliz. 
Y así pasa su día, yo cada vez me consumo más en la esquina de su cuarto, la protejo pero hay veces que tengo que dejarla vivir por ella misma, que aprenda. Y cada día que pasa ella está más mayor. 
Un día arriba, otro abajo y así como si de una montaña rusa se tratase… 


Hoy me he vuelto a sentar, la he visto despeinada y me he perdido en el verde de sus ojos y he pensado la suerte que tuve en conocerla en vida. Y la suerte que tengo de verla cada día. Verla llorar, reír, caer, levantarse, gritar, romper cosas, verla crecer como mujer y como persona, y me siento orgulloso de cada lágrima, cada beso, cada caída, cada vez que tuvo sexo, cada hombre en su vida, cada mirada perdida, cada sonrisa y cada ida y venida, me siento orgulloso porque a pesar de todo lo que carga acuesta, a pesar de eso y mucho más, de su corazón roto y magullado, a pesar de eso, ella siempre lo da todo, ella siempre Ama



Se le hundió su barco con todos los pasajeros dentro,
en más de una ocasión.
Pero siempre salió a flote el corazón.   





Espero que os disfrutéis como siempre, un beso Laura, Lala. 

Buenas noches. 


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