Toda nuestra vida era un Ojalá,
compuesto por las ganas de mirarnos
bajo sábanas de franela,
en el más recóndito invierno
de nuestro corazón.
Sabíamos que era eso de:
"morderse las ganas"
-y no, el uno al otro-
tú que querías oler mi pelo,
yo que quería perderme en tu pecho.
Y aunque la palabra "ojalá"
debería estar en el diccionario,
al lado de "arma de doble filo";
y aunque decían las malas lenguas
que "Corren malos tiempos para los soñadores"
a nosotros nos gustaba soñar…
Soñar con esa utópica realidad…
Soñarnos a ambos,
y nada más.
Buenas noches mil besos, Laura, Lala.
PD: ¡Recordad que cambian la hora hoy!
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