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martes, 7 de enero de 2014

Muchas veces nos vemos en la tesitura de si hacerle caso al corazón o a la razón. La gran mayoría si tú haces esa pregunta, afirmarán que ellos le hacen caso al corazón sin duda. En realidad, son pocos los que saltan al vacío sin paracaídas, porque eso es hacerle caso al corazón, darse de hostias con todo, sangrar, doler, llorar, y ser feliz; pero para ser feliz, primero tienes que salva distintos obstáculos que le llevaran quizás a la locura, a la desesperación. No obstante, siempre hay gente que te sorprende, y pese a las magulladuras de la vida, sigue ahí de píe fiel a su corazón, a sus sentimientos; y siempre están los personajes fieles a su cabeza, buscando la manera "sencilla" (lo pongo entre comillas porque no sé si será sencilla o no, simplemente es mi punto de vista) de vivir en un mundo tan complicado...

No saber qué hacer en momentos de colapsos mentales, es muy duro, no saber elegir entre dos cosas que pesan casi lo mismo, y digo que pesan casi lo mismo porque si una pesara más que la otra no existiría el problema de qué elegir, y aquí es donde de verdad vemos la libertad que tenemos. 

Siempre me dijeron que la libertad, era la capacidad de seleccionar algo entre dos cosas que pesaban lo mismo, sin importar el qué sucedería después. 

Sin embargo, no estoy escribiendo esta entrada ni para hablar de libertad, ni para decir que es mejor, si la razón o el corazón, cada cuál elija lo que quiera, yo ya se dónde estoy situada...



Llueve y levantada de nuevo, observa la ciudad que se crece delante de ella. Piensa quizás en qué hubiese ocurrido si ella  hubiese ido a parar a otro lugar, quizás no los hubiera conocido, no le hubiera conocido. Allí sentada en el mismo banco de siempre, ve las últimas hojas que desprenden los árboles. Y no sonríe, pero en el fondo sabe que todo está bien. Piensa en quién ha ganado la batalla, piensa en tantas cosas, pero se ve feliz ensimismada en recuerdos. 
Su tez pálida hace juego con el frío de enero que baña la ciudad. Se muerde el labio, y piensa que sí que es cierto eso de que todos los tontos tienen suerte, y piensa que la palabra odio, es demasiado fea para ella, para sus labios; así que sonríe de nuevo. 
El fuerte viento hace despegar su gorro de tela. Durante unos minutos lo persigue por la ciudad. Su rostro se moja por la lluvia, pero eso no importa, sigue tras él, perdiéndose entre callejones, salteando charcos, tropezándose; hasta que por fin se detiene... Lo recoge del suelo, lo sacude, y ve que se ha roto, que se ha mojado y manchado, pero sigue estando precioso. Y para su sorpresa, cuando alza de nuevo la vista, se encuentra en un lugar familiar...para su sorpresa, se encuentra ante un precioso arco iris...
Recupera el aliento apoyada en una pared observando ese mágico fenómeno meteorológico, y piensa que siempre obstáculos por salvar, carreras que ganar, que perder, pero que para ver el arco iris, siempre hay que soportar la lluvia...






Estoy de vuelta con esta reflexión. No espero ni que os guste ni que os deje de gustar, no espero sacar nada en claro tampoco, simplemente preguntaros: ¿Razón o corazón?


Un saludo Laura, Lala. 





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