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miércoles, 3 de febrero de 2016

Silencio


A ti, 

que podría mirarte durante horas en silencio.



       Unos leves rayos de luz entran por la ventana. Ahí, en el resto de oscuridad, sé que estás tú, observándome. Ahí en el resto de oscuridad estoy yo, buscándote a tientas con la mirada. Tan sólo la respiración corta el silencio que inunda esta habitación.

Me balanceo en el borde del vaso, ese que a veces mojas con tus suaves labios al sorber un trago; a un lado tú, la tentación personificada; al otro mi caída más brutal; y en el centro yo, haciendo algún que otro destrozo.

Entiendo que no entiendas lo que se me pasa por la cabeza, a veces ni yo misma lo hago. Me muevo por impulsos, por sentimientos, frustraciones o deseos, nunca racional. Quizás ahí erradica el fallo, pero nunca unos abrazos dijeron tanto; y yo, que tan mal me expreso en estas situaciones decidí dejar la palabra para después... para esto, para mis escritos.

       Ignoro si volveré a estar así. Hay puertas que duelen cruzar y más si eres tú el que se queda al otro lado, pero uno de los dos tiene que marcharse; y siempre, la vida nos pondrá oportunidades que no podemos dejar pasar.


Somos dos personas correctas,
en tiempos equívocos.




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