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lunes, 3 de noviembre de 2014

Desastres y otras cosas de Domingos

Se hace tedioso el domingo, aunque ya teóricamente es lunes, como cualquier otro día sin falta de acción. Es tal el aburrimiento que una decide salir, a ver qué se cuece en la ciudad que contemplo desde mi octavo. 

Vestirse de negro para no llamar la atención y ser el centro de muchas miradas sin saber por qué… supongo que no es muy normal ver a un metro cincuenta y nueve pelirrojo preparado para un funeral; no es muy normal ver a unos cuarenta y seis kilos pululando por ahí con unas plataformas de cuatro centímetros con estampado "leopardesco". Supongo que será por las ojeras, o por la mirada perdida que me acompaña hasta cuando cierro los párpados. Vestirse de negro para ir al teatro… desconectar del mundo sobre una butaca aterciopelada de color rojo… y tristemente, no conseguirlo… 

Hoy ha sido de esos días en los que salir para despejarse ha sido un error. Has vuelto como vuelven las golondrinas en primavera, y has vuelto a doler. Te he ido buscando en cada rostro que se cruzaba conmigo, y sin querer, te he visto esperándome en uno de los bancos de Plaza del Duque. ¡Qué tontería la mía! Qué ilusa pensar que aquellos ojos marrones que seguramente esperaban, caídos en el banco, a una chica -no yo-, podrían compararse con tu verde melancólico. 

Si has vuelto -tú- para doler, otras cosas más han vuelto… las ansias de subir a un escenario, de dejar mi vida aparcada y ser otra persona distinta, de mirar al frente y verlo todo de negro, y no precisamente por la soledad que llevo a cuestas, o por todo lo que echo de menos. Quien sabe de lo que hablo, entenderá esas ganas de llorar hasta con la comedia más divertida, y no de sufrimiento, llorar por el sentimiento que te causa el no estar ahí arriba.  

Y entre tú, y mis anhelos artísticos, he vuelto a casa cabizbaja como de costumbre… porque ya es rutina el estar hecha una mierda emocionalmente hablando, pero hoy ha sido un plus que el destino me ha querido regalar. He vuelto paseando por Sevilla, entre transeúntes insípidos que solo miran pantallas que el tiempo fundirá, como funde nuestras propias vidas.

Yann Tiersen en mis oídos y el mundo desplomándose bajo mis pies. 

Parejas que se lanzan miradas de complicidad. Meterse mano públicamente. Besos. Y yo mirando con mi ojo de Shinigami, cual mala pécora, su esperanza de vida en la relación; creo que nunca viviré eso, y sí, nunca digas nunca jamás, pero una con el tiempo se da cuenta de la materia de la que esta hecha, y la mía es la soledad. 

Rutina. 

Soledad. 

Rutina. 

En fin, días, momentos, personas, recuerdos, anhelos… 
Tus ojos verdes, tu sonrisa mientras removías el café….
Yo y mi manía de ir de negro…

Cosas de la vida, te he buscado y he encontrado lo que más miedo me daba...

... el que no estás… 

…y este puto frío que se hace de rogar, y no quiere darme cobijo este año...



Doy por desastre esta entrada, he perdido por completo el hilo. 



Buenas noches, besos, Lala, Laura. 



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