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martes, 30 de diciembre de 2014

Al habla Lala, y 2014

Mi cuenta de Spotify dice que la canción que más he escuchado este año es Más de un 36 de Andrés Suárez, y no sé equivoca, la he aborrecido. 
También mi horóscopo en más de una ocasión me ha dicho que tendría suerte, o que las cosas irían bien con mi pareja, como si tuviese, pero no le culpo, o sí por olvidarse de los solteros exigentes (leer con voz del anuncio de eDarling). 
He aprendido miles de cosas, entre ellas que la probabilidad de que tu vecino te odie se incrementa considerablemente si se te cae un tanga y azarosamente entra por su ventana; o que he estado yendo al Mercadona de las 3000 inocentemente pensando que era un barrio viejo como cualquier otro. 
Tachar del mapa de Sevilla calles y barrios como quien descubre zonas poco a poco en un videojuego, conseguido. 
Me he despertado en noches de viento porque llovían mandarinas, literalmente, y hacían saltar las alarmas de múltiples coches. 
He deshecho camas. Roto corazones. Visto Nana 6 veces completas. Amado. Llorado. Cabreado. Y todo lo que acaba en -ado, o casi todo. 
He escrito sobre truchas, viajado al Olimpo, perdido por Madrid a las 00:00 con un psicópata que se parecía a Willem Dafoe que me persiguía por las calles de Móstoles. También un señor muy pequeño me acarició las piernas en Sevilla y me dijo: ¡Qué piernah máh bonitah mi'armah!

Me he enamorado en paradas de autobús, en estaciones, en salas de cine, en Almería, en Sevilla, en mi cuarto cuando todo parecía oscuro, a pies de la Giralda, en bares escondidos con un par de cervezas en las manos, o en cafeterías donde solo había: té y café. Y conforme lo he hecho, se ha deshecho, porque la vida es así, y no le doy otra explicación. 

Si tuviese que salvar algo de este año, sería a mi, pero de la hostia que me voy a dar, de las que me he dado, y de las futuras no, ¿por qué? porque visto lo visto, gozo cual cochinillo cuando estoy hecha mierda, y os deleito con palabras "inspiradoras", que a fin de cuentas siempre vienen a decir lo mismo: Soy triste. Y no me quito mérito, pero solo soy otra escritora más de pacotilla, que llega a la gente, pero que no es ni diferente, ni peor, ni mejor, simplemente llega, y con hacer llorar, remover las entrañas, odiarme, a mis queridos lectores este año, yo con conseguir eso, me doy por satisfecha. 

No ha sido un año fácil personalmente, pero no será el peor, porque tranquilos, que el año que viene a 30 de Diciembre, estaré diciendo con mi acento almeriense: "Poh vayah mierda de añoh". No adelantemos acontecimientos ¿no? pero es que me gusta imitarme a mi misma. 

Para quien ha sido un año bueno ha sido para el blog, que aunque en enero cumpla 2 años, este año ha despegado, y eso no es gracias a mi tristeza, que también, si no a todos los que leéis y comentáis, y compartís, porque como bien me dijo un gran amigo mío un click, algo que es tan insignificante, para nosotros no lo es. El simple hecho de que decidáis hacer eso o no, redirecciona vuestra vida, y la de otras personas, incluso la de las Truchas de lomo azul que ascienden por el río Volga a su paso por Leningrado. Y quizás, alguno de esos clicks me han llevado a conoceros, o viceversa (sin hombres y mujeres, por favor). 

Si tuviese que dejar algo en mi memoria, serían esas personas que han revuelto mi vida, y han entrado haciendo mucho ruido y siguen haciéndolo, aunque solo se escuche ya su eco. Porque gracias a ellas, hoy estoy escribiendo esto. Y posiblemente si hace unos meses no hubiese perdido un autobús, o hace un año no hubiese ido a tomar café al Alhambra, o no hubiese visto un directo de como alguien dibujase, o no me hubiesen llamado puta por tener condones en casa, si no echase de menos tus rizos y tu tutú, o si no me quedase hasta las tantas para ver Viapol apagarse, o si no fuese a escribir por ahí; si todo esto no hubiese sucedido, a día de hoy, no habría blog, ni entradas, ni me habríais leído, y lo más importante, no habría conocido a personas que para mi, ahora mismo, son muy importantes.

Todo nace de mi imaginación, pero previamente lo sufro, y ya después lo lloro por aquí. Así funciono, así me va. Por supuesto, no todo lo que pongo forma parte de mi realidad, o de mis deseos o anhelos, pero siempre, siempre, lleva algo de mi. 

Gracias, por este año, por leerme, por sufrirme, por odiarme, por quererme, por desearme lo mejor, lo peor y la muerte.

Feliz 2015, aunque todos sabemos que a final de año nos quejaremos, porque somos así, tenemos comida y no comemos, preferimos decir: Tengo hambre; o que nuestra madre nos haga de comer.
Ojalá (puta palabra) consigáis todos vuestros propósitos, sueños y anhelos; y ojalá, sigáis al lado de a quienes tanto queréis, o encontréis a esa persona con la que compartir, o estabilidad emocional con Soledad. 

PD: Nos vemos el año que viene, más tristes que nunca, pero felices. 


Laura, Lala. 

Soy un sauce llorón
que cuando llega el Otoño
seca sus lágrimas. 



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