Reproductor de música

domingo, 9 de junio de 2013

Arte.


Nayra movía el café aburrida, contemplando Madrid al otro lado del cristal. Habían pasado tantos años desde que se despidió por última vez que estaba demasiado desorientada, por eso decidió parar en el primer café que se encontró por el camino. Estaba cansada y quizás un poco nerviosa. Era ya el segundo café que tomaba, y parecía que no iba a ser el último, el tiempo pasaba demasiado lento. Miraba una y otra vez el reloj de pulsera en plata que llevaba. Balanceaba sus píes cruzados y no dejaba de agitar el café. No paraba de entrar y salir gente, pero ella no se inmutaba, su miraba se posaba en la la calle, y minutos más tarde divago entre recuerdos.

Se recordaba a ella con 17 años con un peto vaquero, y un sombrero que se llevaba a todos los viajes, recorriendo las calles de Madrid, haciéndolo su hogar. Y una lágrima cayó dentro del café, apartando la leve espuma y dejando ver su negro interior.
Miró el reloj de nuevo y vio que eran las ocho y media de la mañana. Era la hora, era el momento. Se levantó, dejó encima de la mesa el dinero y algo de propina y saló.

Se introdujo por las calles de Madrid hasta llegar a la Plaza de España, una vez allí, tomo dirección Gran Vía. Hacía una bonita mañana primaveral; y recordó que aquel domingo, también hacía ese tiempo, una calor abismal. Al pasar por la Plaza de España, recordó como unos amigos tuvieron que sacarla de allí por una taque de ansiedad tras ser rodeada por más de 50 palomas, y se rió, aunque en su momento no le hizo gracia.
Una vez llegado a ala calle Alcalá pudo ver a lo lejos el Ayuntamiento de Madrid y la preciosa Plaza Cibeles. Pasó junto al Palacio Buenavista  y se acordó de la cantidad de fotos que se echó en frente de aquel lugar. Paró a descansar. Bebió un poco de agua de su botellín y se dijo a sí misma que no estaba ya para aquellos trotes. Descendió el Paseo del Prado disfrutando de la naturaleza del lugar y saludando a todo el que veía, aunque no los conociese. Estaba cerca. Y la vio. Vio la Fuente de Neptuno. Miró el reloj y vio que eran las nueve y cuarto. Corrió por la acera izquierda, y llegó a la puerta del bar/restaurante/pub Vips y se sentó en el banco.

Pasó el tiempo, y cada minuto, cada segundo que transcurría, hacía que la cara de Nayra, se entristeciera. Permaneció allí durante más de 7 horas, sin hablar, sin comer, sin nada, tan solo mirando a la izquierda de la puerta de aquel bar esperando algo o a alguien que no llegaría jamás. Llegadas las cinco de la tarde se levantó, y decepcionada se dirigió hacia el hotel.

Aquella noche la pasaría entre sollozos, llamándose a sí misma estúpida por pensar que tras 15 años, podría volver al pasado y ayudar o salvar a un hombre que en su momento le hizo ser la persona más humana y humilde de este planeta.






Veréis, esto forma parte de algo más grande. De un relato a lo grande. Forma parte de una historia. De 3 vidas. Quería mostraros un poco tan solo, no exponiéndome mucho a Internet.
Un beso, y publicaré en los siguientes días un desenlace.


Por Lala.

1 comentario: