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domingo, 16 de junio de 2013

Madurar.

Aunque estas palabras las publique ahora, están escritas de mucho antes. No pretendo, ni pretenderé hacer de este blog un diario personal ¿la razón? es muy sencillo, no voy a ir publicando por la red mi cuitas. Aunque si que es cierto que sucede a veces que tienes las ganas y la necesidad de escribir para que te lean aunque no te conozcan, o sí lo hagan.

Seguramente si estuviera dando una conferencia sin duda os diría cada cinco minutos: " Perdonad, tengo un nudo en la garganta que no me deja ni hablar" Pero en este caso donde tengo un nudo es entre mis dedos y el bolígrafo.

Lo he dicho muchas veces a lo largo de mis entradas y no va a ser menos esta, la vida es un devenir de personas, amistades, amores, sentimientos, lugares... pero también es un devenir de decepciones. Decepciones que a lo lardo de ella, nos van haciendo madurar y siempre hay que estar preparados para ellas porque en el momento menos pensado, en el momento de auge de felicidad, puede ser que te venga alguna, y te aseguro que la caída está asegurada.
Hay gente que madura a los treinta, gente que madura a los 12, a los 5 o incluso a los 60 años de edad, pero a costa de ¿qué? ¿qué es lo que damos a cambio de madurar? Quizás lo más importante que perdemos al realizar esta acción humana y frutal, es la ingenuidad infantil. Y durante esa pérdida, tenemos que estar preparados para noches de llanto, y noches de hacer "croquetas" en la cama...

Por una cosa o por otra, mis circunstancias me han llevado a madurar quizás demasiado pronto. Llevo desde los 8 años haciéndolo y no es plato de buen gusto a veces, porque te pierdes muchas cosas. Y te cansas, te cansas de madurar.

¿Y todo esto por qué? Pues no lo se la verdad, anoche escribí 20 folios de palabras sin sentido y al final he sacado una sola conclusión, que no tiene que ver superficialmente con la madurez pero que te hace madurar. Mi conclusión es múltiple pero ligada: Las despedidas duelen, las mentiras duelen, todo duele, si te pinchas con una aguja al coser duele, MADURAR duele, en fin estoy de un pesimismo irreparable, pero el tiempo y mis propias aventuras lo sanarán, porque todo se puede arreglar menos la muerte.

Supongo que el problema es mucho mayor, llevo viviendo en una decepción constante y quiero salir, pero me es imposible, quizás el miedo a lo desconocido me impida ver más allá de lo que veo. Pero son etapas de la vida, que tienes que acabar superando; y que con el tiempo darás las gracias de haberlo hecho. Y cada golpe en el camino de cada etapa te hará madurar, porque así es la vida qué se yo, solo os escribo por despecho a lo que siento en mi corazón.

Madurar es una acción irreversible en ti, no puedes evitarlo, al igual que no puedes evitar la maduración de un tomate. Una vez maduro, está listo para su recolecta, y si no se recoge a tiempo se cae al suelo y se pudre...
Y yo no se si estoy lista, o si estoy en el suelo, o pudriéndome, o aun en el árbol. No lo se porque tengo la sensación de caer, la sensación del golpe de la caída, tengo el alma podrida, y me siento aun atada por algo mayor...





En fin, no he dejado nada claro porque nada está claro en mi. Buenos días a todos y gracias por leer los berenjenales de una servidora.

Saludos desde Almería, Laura.

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