Caes, y el eco de tu grito se escucha por todo el pozo en el que te estás sumergiendo. El miedo se apodera de ti, y solo ves sombras, máscaras y solo escuchas risas demoníacas. La oscuridad aumenta a medida que vas más profundo, todos esas psicofonías e imágenes te hacen cerrar demasiado fuerte los ojos.
El reloj comienza a sonar y hay un renacer en ti. Te levantas y caminas a ciegas, a veces torpe, otras veces danzando, pero siempre a ciegas. Y giras, y te caes, pero te levantas, eso es lo que te hace fuerte. Con miedo o sin él, comienzas a abrir los párpados, y te das cuenta de que todo sigue estando como antes. Oscuridad en un alma que no la merece. Y comienzas a recordar. Recuerdos que van y vienen, que vienen y van, pero que al fin y al cabo están presentes, siempre. Tú, sola en tu torre del reloj vislumbras una especie de puertecita pequeña que te dará paso a un gran mundo. Un mundo en el que tu “yo” anterior, tardará tiempo en recuperarse. Frente a esa puerta en la que dudas cruzar o no, te encuentras con un comprador de almas. Y le vendes la tuya a cambio de una oportunidad. Seguramente sea el error de tu vida, o seguramente no, todo es a un 50%. El caso es que puestos a ello, arriesgar cuando se ha perdido todo, es una buena inversión, porque claramente no hay nada que perder.
Vendida ya , a ese siniestro personaje que te mira con cara de "he hecho un buen trato", frotándose sus manos, cruzas la puerta, y te encuentras con un nuevo mundo, en el que la luna es más grande que el sol, en el que la velocidad del tiempo la decides tú, y en el que, tristemente o no, eres aceptado, por una comunidad en la que las máscaras, la hipocresía, y la infelicidad, son más importantes que el amor. Y resignada, te sientes a gusto de por lo menos encajar.
Por LML.
Desastre emocional en cinco minutos que dura una misera canción, que es toda mi infancia, pero que hace que saque lo mejor y lo peor de mi, hace que me desangre en letras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario